Televisión

España en Eurovisión: el final de una larga historia donde se priorizó la dignidad

RTVE abandona su participación el Festival de Eurovisión tras 64 años de participación ininterrumpida.

España en Eurovisión: el final de una larga historia donde se priorizó la dignidad

Hay noticias que nunca se esperan escribir. Eurovisión desde 1956 ha sido un certamen inalterable al paso del tiempo. Nacido para unir Europa tras los dos duros golpes de las dos Guerras Mundiales, el festival había 'sobrevivido' a la Guerra Fría, a la caída del Muro del Berlín, a las Guerras Yugoslavas, una pandemia mundial y un sinfín de cambios de modelo, crisis económicas y cambios sociales y políticos.

Sin embargo, en una tarde en Ginebra en pleno 2025, el festival ha tocado fondo. Y es que a fin de ser ecuánime a todos los niveles, la Unión Europea de Radiodifusión ha conseguido aprobar unos estatutos que legitiman la presencia de Israel tras dos años donde la radiodifusora hebrea ha inclumplido ampliamente los principios, normas y valores del festival. En el camino, cuatro países han dicho basta, quedándose fuera un miembro del Big-5 (España), el país con más victorias (Irlanda), el primero en actuar en su historia (Países Bajos) y Eslovenia.

La fuerza del televoto

La UER no ha hecho algo distinto a lo que otras organizaciones internacionales han hecho. Israel rara vez ha sido vetado por el genocidio que anda cometiendo en Gaza en ninguna instancia, pero también es verdad que en prácticamente ningún foro existe un televoto tan decisivo.

FIFA no ha expulsado a Israel del Mundial, pero los hebreos no han conseguido llegar. COE no ha expulsado a los atletas del Europeo de Atletismo, pero al final, rara vez son los primeros en llegar a la meta. Sin embargo en Eurovisión, el poder popular con sus votos es fundamental, y dominar esto puede conseguir algo muy valioso: vender que Europa legitima tus acciones.

Primero con Eden Golan en 2024 y luego con la superviviente de los atentados de Hamas Yuval Raphael, la KAN ha enviado canciones ampliamente politizadas, rozando los límites de las normas de una UER que hasta exigió cambios en la canción del año de Malmö. En ambas ediciones, Israel capitalizaba la gran cantidad de '12 puntos' en el certamen, quedándose a poco más de 50 puntos de ganar el festival el año pasado, algo que generaba hasta desconcierto en una radiodifusora israelí que trabajaba codo con codo con el Estado para hacer llegar la canción y su mensaje a cualquier parte del mundo.

España rechaza participar en Eurovisión 2026 ante la presencia de Israel
España rechaza participar en Eurovisión 2026 ante la presencia de Israel EBU

No era una victoria cualquiera, ha sido y será un plesbicito. Un 'conmigo o contra mí', una causa que desde luego merece la pena volcarse si a cambio puedes vender tu mensaje a todo el mundo y mostrarte victorioso de cara a Europa y el mundo. Y será raro que en 2026 no lo consigan.

Una votación sin sanción alguna

La UER afirma una y otra vez que el Festival de Eurovisión es un festival apolítico. Apolítico, y en el que participan radiotelevisiones públicas, no países. Si bien en 2015 el festival cantaba que los pabellones donde se albergaba el festival eran un "mar de banderas", diez años después la corporación anda más que interesada en dejar claro que la política no tiene lugar en un concurso de naciones, donde siempre que haya una bandera, habrá un matiz político.

Ante esto, el conflicto con Israel desembocó en una votación a la que podría haberse llegado de no haberse aprobado los estatutos de Eurovisión 2026. Una votación en manos de todos los miembros de todos los países de la UER, participantes o no en el festival. Y una votación evidentemente influenciada por el tablero político global y europeo.

Lo que para UER podría haber sido una intervención y sanción similar a la que hacen con Rusia en 2022, finalmente se convirtió en una votación general, sin hacer hincapié en la presencia israelita en Eurovisión, y cuyo fallo en contra de la KAN era prácticamente una quimera.

De camino, la injerencia política de Israel (el propio Primer Ministro Isaac Herzog reconocía que ha trabajado día y noche para que Israel esté en Eurovisión), los votos fraudulentos, las canciones politizadas o incluso los comentarios de la KAN en las galas fuera de las normas de UER han quedado totalmente impunes. Lo que debería haber sido una sanción a un miembro que incumple los principios de la organización, ha terminado por ser una votación de esos países que sufren esos incumplimientos, y encima con un destino claro: que Israel no marche.

Por eso, la decisión de RTVE junto a otras tres televisiones no solo es una decisión de dignidad y oposición al blanqueamiento de un genocidio, sino también la firme decisión de que este festival deja impune las irregularidades de una televisión que anda muy cerca de ganar el concurso con una clara injerencia política. Por eso, no solo es no querer compartir mesa con Israel, sino tampoco destinar esfuerzos a un festival que desgraciadamente se le ve un destino claro: el de que tarde o temprano acabe visitando Jerusalén.

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