La guerra en Ucrania se enquista en el este de Europa y mantiene al régimen de Vladímir Putin en el poder en Moscú, forjando una alianza bélica que en cierta medida recuerda a la vieja Guerra Fría. A pesar de los desgastes en el eje atlantista, por un lado se encuentran Ucrania y los aliados de la OTAN, mientras que en el otro se sitúa una alianza estratégica de dictaduras que tiene como grandes partícipes a regímenes como China, Irán, Corea del Norte o Bielorrusia.
Sin embargo, las tensiones están creciendo en el eje internacional que sostiene a Putin. La inteligencia rusa está cada vez más preocupada y mantiene sus "profundas sospechas" del espionaje del que es objeto por parte de China, a pesar de que aparentemente ambos países estrechan lazos, como publica The New York Times.
Mientras que en público el Kremlin mantiene que la alianza con Pekín no tiene fisuras, la realidad es diferente. El servicio secreto ruso FSB, heredero del famoso KGB, habla internamente de China como un país "enemigo", según el citado medio, que ha tenido acceso a documentos de la unidad.
Rusia ve a China como una amenaza
El escrito del FSB evidencia las fisuras de este eje de dictaduras. La inteligencia rusa aprecia al gigante asiático como una seria amenaza para su seguridad interna. Sus oficiales afirman que el régimen de Pekín intenta cada vez más reclutar a espías rusos y hacerse con tecnología militar sensible, incluso atrayendo a científicos rusos descontentos con su país.

Los oficiales de inteligencia explican que China está espiando las operaciones militares de Rusia en Ucrania para conocer sus armas y las de los países occidentales. Pekín ha intentado mantenerse de perfil en el conflicto, pero estrecha realmente vínculos con el Kremlin e incluso se ha detectado a soldados de su país combatiendo del lado ruso.
El FSB también teme que los académicos chinos estén sentando bases para reclamar territorio ruso. Entre otros aspectos, les preocupa el Ártico, que será un lugar de fuerte disputa en el futuro, y donde estarían utilizando empresas mineras y centros de investigación universitarios como fachada para obtener información.
Dichas informaciones se exponen en un documento de planificación interna del FSB, que publica The New York Times. Es un documento que no está fechado y se plantea que se podría tratar de un borrador, aunque por el contexto podría haber sido escrito a finales de 2023 o principios de 2024.
El documento fue obtenido por el trabajo de Ares Leaks, un grupo de ciberdelincuencia. En todo caso, en ningún momento explicó cómo lo hizo, lo que dificulta la autenticación definitiva. The Times, sin embargo, compartió el informe con seis agencias de inteligencia occidentales que lo evaluaron como auténtico.