Uno de los soldados de la Marina de Guerra de Estados Unidos —conocidos como 'Navy Seals'— comenzó a trabajar después del atentado terrorista a las Torres Gemelas en 2001, el militar se llama Marcus Capone. Su historia cuenta como después de largos periodos de tiempo fuera de su hogar de misión en misión, Capone empezó a desarrollar un trastorno de estrés postraumático.
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El soldado supo que la situación se le había ido de las manos, cuando su mujer asustada le encontró en el salón a altas horas de la madrugada viendo vídeos antiguos de sus entrenamientos como militar, con una botella de alcohol vacía y una pistola cargada a su lado. Capone pensaba que estaba perdido hasta que descubrió en Tijuana —México— un tratamiento.
Ibogaína: ¿tratamiento o droga?
El tratamiento al que recurrió el militar era la ibogaína, un alcaloide con efectos alucinógenos y estimulantes que, actualmente, se ha puesto de moda entre deportistas y artistas del norte de América con el fin de curar sus adicciones, un objetivo que hay que ponerlo entre comillas porque la ibogaína tiene efectos estimulantes como si de otra droga se tratara.
En muchas zonas de México como Tulum, Tijuana, Los Cabos, Yucatán, entre otros, se puede conseguir fácilmente esta sustancia psicodélica. Esta droga viene de la iboga, un árbol de la selva tropical de África Central que se encuentra en la corteza de la raíz, se tritura y se consume o bien en polvo o se suministra en forma de extracto.
Originalmente, en países como República del Congo o Camerún, se emplea en rituales o con fines medicinales. Pero en los últimos años, se han realizado estudios donde se demuestra que la ibogaína puede contrarrestar la adicción a los opiáceos. Hay una investigación de la Universidad de Stanford —Estados Unidos— que demuestra que esta sustancia puede tratar lesiones cerebrales traumáticas y el estrés postraumático.
En cambio, Carlos Rius, académico de la Facultad de Química de la UNAM, asegura que no hay ninguna base científica que compruebe estas afirmaciones. Explica que hay un pequeño estudio realizado a 20 personas consumidoras de opioides en Nueva Zelanda. "Después de un año, resulta que más o menos 14 personas lograron reducir el uso de los opioides. Una de ellas falleció en medio y las otras cayeron de vuelta en el consumo de los mismos".
Famosos que afirman que la consumen
Jordan Belfort, excorredor de bolsa, que fue declarado como manipulador del mercado de valores y de lavado de dinero, inspiración para la película de 'El lobo de Wall Street' o el jugador de baloncesto de la NBA, Lamar Odom, aseguran que la ibogaína les cambió la vida porque pudieron superar sus adicciones a los opiáceos.
Conor McGregor, luchador irlandés de artes marciales mixtas, acusado el último año de agresión sexual, se ha sumando a esta moda y reconoce que consume ibogaína. En la red social X, el luchador afirma haber "visto la luz" por un "tratamiento alucinógeno" en México.
Hey guys, I am back. ❤️
— Conor McGregor (@TheNotoriousMMA) November 23, 2025
I was blessed to meet the most forward thinking doctors from Stanford University and undergo a series of treatments to address trauma.
I travelled to Tijuana Mexico and underwent Ibogaine treatment at AMBIO.
Watch the @netflix documentary just...
"Me mostraron cómo habría sido mi muerte. Qué pronto ocurriría y cómo habría afectado a mis hijos. Me miraba desde arriba mientras sucedía, y luego miré desde el ataúd. Entonces Dios vino a mí en la Santísima Trinidad. Jesús, su hijo. María, su Madre. Los Arcángeles. Todos presentes en el cielo. Recibí la luz. Jesús descendió de los escalones de mármol blanco del cielo y me ungió con una corona. ¡Fui salvado! Mi cerebro. Mi corazón. Mi alma. ¡Sanados!", escribe McGregor en X.
El luchador irlandés continúa en el escrito diciendo que fue atendido por la clínica Ambio en Tijuana, donde cobran de 3.000 a 20.000 dólares por el tratamiento que puede durar de 7 a 10 días, explica que se ha recuperado gracias a la ibogaína.
Sin embargo, Rius informa de que esta sustancia no está regulada y que está en un limbo legal: "El problema que hay con la ibogaína es que es altamente tóxica, afecta y produce arritmias al corazón y puede producir también la muerte si se consume en cantidades mayores. Cada persona va a tener una respuesta un poco diferente al respecto. No se han hecho muchísimos estudios porque no está aceptada en la mayor parte de los países", añade.
El tratamiento de la ibogaína consta de dos pasos, un primero donde se suministra la sustancia y el paciente queda conectado a un monitor cardiaco porque quedan en trance psicodélico. La segunda parte consiste en fumar la toxina del sapo, un anfibio del desierto de Sonora, un veneno blanco lechoso orientado a disuadir a los depredadores, contiene 5-MeO-DMT.
Trevor Millar, cofundador de la cínica Ambio, considera que "es como acceder al océano del ser mismo. Creo que es muy efectivo para romper la barrera psicológica entre nosotros mismos y todo lo demás. Me gusta decir que la ibogaína te exfolia de adentro hacia afuera y luego el 5-MeO-DMT te pule suavemente".
