Pongámonos en situación. Estamos en el Cretácico medio, hace 99 millones de años. En lo que es ahora Myanmar o Birmania, una joven rana está a punto de disfrutar de un escarabajo que acaba de capturar. Sin embargo, cuando iba a iniciar su banquete particular, se queda atrapada en la resina de un árbol, de la que no podrá escapar.
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Su fósil servirá 99 millones de años después para descubrir que las primeras ranas habitaban bosques tropicales húmedos, y para que David Blackburn, herpetólogo del Museo de Historia Natural de Florida, pueda realizar una investigación sobre ello: "Es casi inaudito obtener una rana fósil de este período de tiempo que es pequeña, tiene sus diminutos huesos preservados y es principalmente tridimensional. Esto es muy especial".
Sus hallazgos aparecen publicados en la revista Nature. Nuestra protagonista pertenecía a la especie Electrorana limoae, ya extinta. Se ha convertido en el fósil de rana atrapado en ámbar más antiguo del mundo, así como la evidencia más temprana de este tipo de anfibios en áreas tropicales.
El descubrimiento cuenta con otro punto a su favor. Los fósiles de rana, debido a su pequeño tamaño y a sus frágiles huesos, son muy difíciles de encontrar. Las que peor se conservan son, precisamente, las especies pequeñas como la Electrorana, por lo que la gran mayoría de restos que se descubren pertenecen a aquellas más robustas, situadas en parajes áridos.
Un hallazgo que deja muchas incógnitas sin resolver
Los pocos vestigios de ranas en bosques tropicales nos ha impedido conocer todo lo necesario sobre el origen de estos anfibios. Se sabe que su origen data de hace 200 millones de años, pero poco más. No sabemos hasta qué punto ayudará el fósil encontrado en Myanmar, pues le faltan algunas partes fundamentales de su cuerpo que podrían ayudar a resolver dudas.
De hecho, hasta el momento ha planteado más de las que ha solucionado. Los estudios apuntan a que, por características físicas similares, los descendientes actuales de la Electrorana limoae son los sapos vientre de fuego y los sapos parteros. Sin embargo, estas especies euroasiáticas no viven en zonas tropicales, sino templadas. Ahora falta averiguar por qué, cuándo y en qué condiciones se produjo ese cambio, entre otras cuestiones. Y todo por haberse quedado atrapada en una resina hace 99 millones de años...
