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Isabel II murió durmiendo y sin dolor: "No se enteró de nada"

Los últimos momentos de vida de Isabel II en Balmoral, Escocia, fueron "muy pacíficos" y sin dolor alguno, según un diario de su secretario privado Edward Young. Este ha sido revelado en exclusiva por Robert Hardmann, autor especializado en la vida de la familia real británica, e incluido en la nueva biografía de Carlos III del Reino Unido.

El libro cuenta cómo, poco después del fallecimiento de la reina, alguien del servicio encontró una caja de piel roja. En su interior se encontraban dos cartas, una dirigida a su hijo y heredero, Carlos, y la segunda para el propio Sir Edward, su secretario. No es conocido el contenido de ninguna de las dos, pero su mera existencia señala cuán consciente era la reina de que se iban acercando sus últimas horas.

"Muy tranquila, Mientras dormía. Se fue. Vejez. No se habría dado cuenta de nada. Sin dolor", escribió Young sobre el estado de Isabel II el día de su fallecimiento.

"Excepcionales servicios"

Lo que sí se conoce es un listado incluido en dicha caja: candidatos a la Orden del Mérito por sus "excepcionales servicios" a la Commonwealth, la comunidad de naciones que surgió de la desaparición del Imperio Británico, al que la monarca consagró buena parte de su legado. "Incluso en su lecho de muerte había trabajo que hacer. Y lo hizo", escribe Hardman con clara devoción por la mujer que definió el Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial.

La biografía

El libro contiene numerosos detalles acerca de las horas previas de la que fue esa operación descomunal, diseñada y ensayada durante años, a la que se bautizó como London Bridge (Puente de Londres), para el inevitable momento en que Isabel II falleciera.

Su hijo, el príncipe de Gales, tuvo que leer precipitadamente el fragmento del plan que hacía referencia a su parte en el protocolo cuando se encontraba en el helicóptero que le trasladó a Balmoral. Esto se explica con que la muerte de la reina, a pesar del deterioro de su salud a sus 96 años de edad, era algo tan inconcebible para todos que, de manera inevitable, consiguió pillar al mundo por sorpresa.

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