Los precios disparados y una subida de salarios insuficiente para el contexto actual está siendo el peor cóctel para un empobrecimiento generalizado de la población, que tiene en el problema del acceso a la vivienda una de sus grandes barreras.
La historia de Reykja Elle demuestra las dificultades que entraña para esta generación poder tener capacidad de ahorro para plantear un futuro en condiciones de dignidad y con derechos garantizados.
A sus 18 años, Reykja Elle dormía en sofás prestados y vivía de las muestras de comida gratuita en una gasolinera de Florida. En la actualidad, con 32 años, reside en Mandel (Noruega), junto a su esposo y su hijo de tres años, logrando ahorrar 38.000 euros tras muchos años viviendo al límite. Una historia marcada por la precariedad que, en realidad, es el mayor espejo de la situación actual.
El origen como semilla de la desigualdad
Reyjka Elle creció en un entorno precario en Estados Unidos, de un origen extremadamente humilde. Cuando alcanzó la mayoría de edad se vio obligada a mantenerse por sí misma, por lo que durante casi una década (entre los 18 y 26 años) tuvo que vivir en condiciones extremas, sin luz, devolviendo la ropa que utilizaba para vestirse sin gastar nada.

"Me cortaban la luz constantemente. Usaba velas para todo. Compraba ropa, conservaba las etiquetas, la usaba y la devolvía. No podía permitirme quedármela", recuerda sobre su experiencia en The New York Post.
Durante este período llegó a pensar en alistarse en el ejército solo para tener un lugar en el que dormir. También tuvo que donar sangre para obtener algo de dinero (allí se paga alrededor de 50 dólares por sesión) y una vez tuvo que recurrir a muestras gratis de comida en una gasolinera.
Con 23 años logró un empleo y comenzó a compartir una casa con amigos en Florida. A pesar de todo, seguía dependiendo de las obras de comida de sus compañeros. Con 26 años, sin embargo, su situación comenzó a cambiar porque logró un puesto como asistente de terapeuta por la oportunidad que le dio un gerente de contratación.
Cambio de vida
Desde entonces, su vida cambió. En 2019 conoció a su esposo, que le ayudó a continuar con sus estudios y en 2021 se graduó en Psicología a través de una universidad a distancia. Dos años después, se mudaron a Noruega, donde un estado del bienestar consolidado les ofrecía las garantías de seguridad y estabilidad para la crianza de sus hijos.
En la actualidad, Reykja trabaja como creadora de contenido ye escritora, con ingresos mensuales de alrededor de 4.000 dólares. Su esposo también trabaja y entre ambos logran un ingreso familiar de alrededor de 7.500 dólares antes de impuestos.
En cada momento, elaboran una disciplina de pago y Reykja no olvida su historia: "Primero pagamos nuestras cuentas. Luego nos permitimos entre 400 y 500 dólares para ocio, como salir a comer o hacer un viaje. El resto va directamente al ahorro". De este modo, han logrado ahorrar más de 45.000 dólares (alrededor de 38.000 euros).
Entre sus estrategias de ahorro se encuentra un registro exhaustivo de sus finanzas, invertir en cuentas de alto rendimiento y trabajar desde casa. De este modo, evitar los altos costes del centro de las ciudades, prefiriendo barrios más tranquilos y baratos.
"Me siento culpable cuando compro cosas. No gasto en maquillaje, uñas o peluquería. Me parece bonito, pero siento que es dinero tirado a la basura", reconoce sobre cómo aprecia ahora los gastos. Además, a pesar de que sigue teniendo dinero en la cuenta, sigue empleando cupones para obtener los mejores precios posibles.
Una vida austera en la que tampoco ha olvidado su preferencia por comer en casa, puesto que salir a comer es algo que tan solo se permite una o dos veces al año: "Siempre pienso: 'Puedo cocinarlo en casa'".
"Quiero que la gente sepa que, aunque nacer en una situación difícil puede marcarte, es posible salir adelante. Puede llevar años, pero se puede lograr", ha reconocido como mensaje de esperanza para gente en situaciones económicas complicadas.