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Pablo Ojeda revela su adicción al juego: "Casi vendo un riñón por 60.000 euros"

El nutricionista televisivo expone su lado más personal con un testimonio sobre la ludopatía, la enfermedad que casi lo arruina por completo.

Pablo Ojeda revela su adicción al juego: "Casi vendo un riñón por 60.000 euros"

Pablo Ojeda es un rostro habitual en televisión, asociado con consejos de salud, hábitos nutricionales y mitos alimentarios. Sin embargo, su última aparición en el programa 'Más vale tarde' tuvo poco que ver con su faceta profesional. Frente a Iñaki López y Cristina Pardo, Ojeda decidió relatar el episodio más oscuro de su vida: su adicción al juego, una enfermedad que lo llevó a considerar vender un órgano para poder pagar sus deudas.

La entrevista sirvió como presentación de su nuevo libro, 'Cuando me alimenté del juego', una confesión en forma de memorias que expone con crudeza la vorágine en la que se vio atrapado. "Me ofrecieron 60.000 euros por un riñón. Para mí, en ese momento, era la solución perfecta", relató sin titubeos. Solo una inesperada ganancia en una máquina tragaperras —6.000 euros ganados la víspera de su viaje a entregar el órgano— evitó que diera ese paso.

Su historia comenzó a los 22 años, con una simple visita por aburrimiento a un salón recreativo. En apenas tres meses, su vida ya giraba en torno al juego. Con el tiempo, se convirtió en una cadena de mentiras, préstamos y decisiones desesperadas. Llegó a vender el coche de su padre para conseguir efectivo y recurrió incluso a su abuela para financiar su adicción. "Desarrollas una creatividad inhumana. Ves dinero donde no lo hay", explicó.

Una caída silenciosa que casi no tiene fondo

Durante la conversación, Ojeda mostró una vulnerabilidad inusual en televisión. No habló solo de la ruina económica, sino también del daño emocional y psicológico. Anotaba direcciones de comedores sociales y puentes donde poder dormir, convencido de que acabaría en la calle. Reconoció haber pensado en el suicidio más de una vez, abrumado por la sensación de no tener salida. "Antes que pedir ayuda, prefería desaparecer", confesó.

Máquina tragaperras
Máquina tragaperras Envato Elements

Ahora, diez años después de haber iniciado su rehabilitación, asegura vivir lejos del juego, aunque nunca del todo a salvo. "Sigo siendo ludópata. Si me relajo, vuelvo", sentenció. No entra a bares que tengan máquinas tragaperras y evita ambientes que puedan tentarlo. Cambió su entorno, su rutina y su círculo de amistades para mantenerse firme.

Su relato, alejado de eufemismos, busca generar conciencia sobre una adicción que, en muchas ocasiones, se trivializa. "Esto no va de falta de voluntad, va de una enfermedad real", advirtió. Un mensaje incómodo pero necesario, pronunciado por alguien que ha estado demasiado cerca del abismo.

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