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Esta joven ha sido violada 43.200 veces con tan solo 16 años

Karla Jacinto es víctima de la trata de blancas en México, una lacra de la que participan políticos, policías o empresarios.

La historia de Karla Jacinto desgarra a aquel que la conozca y más cuando se descubre que tan solo cuenta con 16 años a sus espaldas. Esta joven mexicana recuerda los abusos sexuales desde que tiene memoria: "Vengo de una familia disfuncional. Un pariente mío abusó de mí y me maltrató desde los cinco años", ha declarado Karla.

Todos estos hechos habían hecho mella en la menor, que no contaba con ningún hombro en el que apoyarse. Sin embargo, todo cambiaría aparentemente a la tierna edad de 12 años, cuando estaba esperando a unos amigos y comprobó cómo un niño que vendía chocolatinas en la calle se acercó a ella y le afirmó que alguien le enviaba un regalo.

Fotografía de Karla en su juventud
"Fotografía de Karla en su juventud"

Karla, extrañada, permaneció en el lugar, intentado ver quién había decidido fijarse en ella. De repente, apareció un hombre de unos 22 años (10 más que ella), que comenzó a darle conversación. Al parecer era un vendedor de coches de segunda mano que se había sentido atraído por ella y poco a poco se fue rompiendo el hielo hasta que le relató que había sido objeto de abusos desde que era pequeño.

Entonces ella se abrió por completo hacia él. "Era muy cariñoso y caballeroso", relataba entonces. Intercambiaron sus números de teléfono y cuando él la llamó una semana más tarde, ella se emocionó. Dieron un paseo, él le mostró su colección de coches de lujo y pasaron una gran velada.

Poco a poco el lazo se iba estrechando y, un día en el que la madre de la joven no la dejó entrar por llegar muy tarde, decidió irse a vivir con su nuevo novio. "Viví con él durante tres meses y durante ese tiempo me compraba ropa, me daba atención, me traía zapatos, flores, chocolates... todo era muy hermoso".

Todo se tuerce

Karla es incapaz de superar todo lo que ha vivido
"Karla es incapaz de superar todo lo que ha vivido"

Al cabo de tres meses espléndidos, de repente la situación comenzó a cambiar. Su pareja la encerraba en un apartamento durante una semana completa y los primos de él aparecían con mujeres distintas todas las semanas. Cuando ella quiso saber lo que sucedía, no podía creerlo: había sido cazada por una red de proxenetas.

En la localidad en la que estaba recluida, tanto políticos, como policías o empresarios solían acudir al burdel en busca de mujeres en situación de trata. Por ello, Karla se encontró rápidamente indefensa. No sabía a quién acudir.

Al poco tiempo, su "novio", comenzó a enseñarle las posiciones, las cosas que tenía que hacer o cómo tenía que hablarles para que le dieran dinero. El joven que antes había querido tanto se dedicaba ahora a propinarle brutales palizas, escupirla y hasta herirla de gravedad con una plancha. Karla había perdido su libertad para convertirse en una víctima de la trata de blancas.

Cuatro años de infierno

Karla Jacinto aún teme por su vida
"Karla Jacinto aún teme por su vida"

Comenzaban así cuatro años que Karla jamás olvidará. La primera vez que fue forzada a trabajar como prostituta, fue en Guadalajara, una de las ciudades más importantes de México: "empecé a las 10 de la mañana y terminé a la medianoche. Estuvimos en Guadalajara durante una semana. Hagan cuentas. Veinte por día, durante una semana. Algunos hombres solían reírse de mí porque yo lloraba. Tenía que cerrar mis ojos para no ver qué me estaban haciendo, así no sentiría nada", afirma la víctima.

Desde entonces la obligaron a recorrer todo tipo de prostíbulos, moteles de carretera o calles para que ejerciese este trabajo forzado. La obligaron a atender a, al menos, 30 clientes diarios durante los siete días de la semana. Si no, sería castigada.

Un ejemplo del trato al que era sometida, se evidenció cuando un hombre le dio un chupetón. Entonces, su proxeneta "empezó a golpearme con una cadena por todo mi cuerpo. Me golpeó con sus puños, me pateó, me tiró del pelo, me escupió en la cara y ese mismo día me quemó con una plancha. Yo le dije que quería irme y él me estaba acusando de enamorarme de un cliente. Dijo que me gustaba ser una zorra".

El vergonzoso papel policial

Karla cuenta su historia para denunciar la impunidad con la que actuan las mafias en México
"Karla cuenta su historia para denunciar la impunidad con la que actuan las mafias en México"

Uno de los días en los que estaba en un hotel apareció un grupo de 30 policías en lo que aparentaba ser una redada. Expulsaron a todos los clientes y dejaron a todos los responsables dentro. Karla estaba emocionada: su calvario se terminaba.

Lejos de todo ello, los agentes rápidamente aprovecharon para llevar a las chicas a diferentes habitaciones y a grabarlas en posiciones comprometedoras. ¿La razón? Querían chantajearlas para enviar todas las fotografías a sus familias si no hacían lo que les pedían.

"Pensé que eran asquerosos. Ellos sabían que éramos menores de edad. Ni siquiera estábamos desarrolladas. Teníamos caras tristes. Algunas niñas apenas tenían 10 años de edad. Había chicas que estaba llorando. Les dijeron a los agentes que eran menores de edad y nadie les prestó atención" ha asegurado esta joven, que tan solo tenía 13 años cuando sucedió todo.

Dos años después, Karla terminaba dando a luz a un nño engendrado con su proxeneta. El traficante no dudó en chantajearla con asfixiar al pequeño si ella no cumplía con todas sus exigencias y no le permitió ver a su hijo hasta que cumplió un año de edad.

Liberada

Karla Jacinto en un encuentro con el Papa
"Karla Jacinto en un encuentro con el Papa"

Cuando cumplió 16 años, la joven vio finalmente la luz al final de un túnel del que jamás había escapado. Una macrorredada acabó con la organización que la explotaba. "Cuando me levanto por las mañanas, no sé si estaré viva esa noche", asegura. "La muerte se esconde tras cada esquina", ha afirmado esta joven que aún vive con el miedo en el cuerpo.

Con 30 hombres diarios, los siete días de la semana y durante un período de cuatro años... esta joven calcula que pudo ser forzada hasta en 43.200 ocasiones, una cifra que jamás olvidará.

Sin embargo, su caso no es único. La trata de blancas en México extiende sus tentáculos entre autoridades, políticos, agentes de policía o empresarios. El fango y la podedumbre que rodean a la trata de personas, muchas de ellas menores de edad, lo rodea todo. Y la indefensión ante la que se encuentran las víctimas es mayúscula, sin unas autoridades realmente comprometidas en combatir esta situación.

Tenancingo, una localidad de 13.000 personas en el centro de México, es uno de los epicentros de estas mafias. Todos los poderes están involucrados. Y la situación, mientras tanto, está muy lejos de revertirse.

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