El invierno da los últimos coletazos en la Cañada Real Galiana, un barrio de Madrid en el que sus vecinos denuncian un completo abandono institucional, la estigmatización a la que se enfrentan y, sobre todo, las consecuencias del corte en el suministro eléctrico desde 2020.
Un "entorno torturante" para sus vecinos, como recoge un informe del Centro Sira, en el que ahora toca lidiar con los efectos que traerán nuevamente las altas temperaturas y una vida que se enquistado en el mismo escenario que el apagón que paralizó por completo a España durante diez horas el pasado 28 de abril.
Sobre el horizonte se sitúa el cumplimiento del Pacto Regional por la Cañada Real Galiana, un acuerdo que supone una alianza para lograr objetivos y que aglutina a la Comunidad de Madrid, así como los ayuntamientos de Madrid, Rivas, y Coslada.
Una compleja maraña legal en un territorio que está fragmentado entre diferentes administraciones y que supone una merma en las condiciones de vida de más de 4.000 personas que residen en la Comunidad de Madrid, la mitad de ellos niños.
A pesar de que Cañada Real no es un barrio compacto, sino que cuenta con seis sectores con grandes diferencias y necesidades, vamos a conocer cómo es la situación actual en el sector 6, la zona más afectada por los cortes de suministros, de la mano de Houda Akrikez, vecina de este lugar.
¿Cómo habéis pasado este último invierno en el sector 6 de la Cañada?
Este invierno lo hemos pasado, una vez más, sin luz. Como cada año desde 2020, hemos tenido que enfrentarnos al frío extremo sin calefacción, sin agua caliente, sin una cocina funcionando. Y no lo olvidamos: aquí vivimos la gran nevada Filomena sin electricidad, con las casas cubiertas de nieve y congeladas por dentro.
Desde 2020, hemos tenido que enfrentarnos al frío extremo sin calefacción, sin agua caliente, sin una cocina funcionando
La pandemia también la sufrimos sin luz, teniendo que salir a buscar leña para calentar a nuestros hijos cuando nos pedían que nos quedáramos en casa. Han sido años de abandono institucional. La oscuridad no es solo física, es también una forma de violencia estructural.
Toda España ha vivido un apagón. ¿Cómo lo vivisteis? ¿Ha ayudado a ponerse en vuestra piel?
Cuando vimos cómo reaccionaba la gente por diez horas sin luz, sentimos rabia. Porque aquí llevamos más de cuatro años en esa situación y nadie colapsa por nosotras. Un apagón de unas horas paraliza un país, pero la oscuridad permanente en la Cañada apenas aparece en los medios. Ojalá sirviera para despertar empatía, pero lo cierto es que nuestra realidad sigue siendo ignorada. No es solo una falta de luz: es una decisión política de mantenernos así.
¿Cómo afrontáis el verano? ¿Qué teméis? ¿Tenéis algún recurso este año?
El verano es tan difícil como el invierno. Las casas se convierten en hornos, no tenemos ventiladores, ni frigoríficos para conservar alimentos ni agua fresca. Lo que más tememos son los golpes de calor, sobre todo en bebés y personas mayores.
Necesitamos una solución estructural, no parches
Y todo esto en medio de una situación que sigue igual, sin recursos nuevos. Algunas familias están intentando instalar paneles solares con ayuda de colectivos solidarios, pero no es suficiente. Lo que necesitamos es una solución estructural, no parches.
¿A qué escenario se enfrentan ahora los niños con las temperaturas extremas?
Algunos niños hacen los deberes a la luz de una linterna, crecen en condiciones indignas mientras los políticos miran a otro lado
Los niños y niñas sufren especialmente. Duermen mal, se deshidratan, no pueden estar en casa muchas horas. No tienen espacios frescos ni seguros para estudiar, descansar o jugar. Algunos hacen los deberes a la luz de una linterna. Crecen en condiciones indignas, mientras los responsables políticos miran para otro lado.
¿Se han registrado avances en los últimos meses? Uno de los acuerdos recientes fue el cambio de lindes entre Madrid y Rivas
Sí, se aprobó en febrero el cambio de lindes, algo que se había prometido hace años. En teoría, facilitará el acceso a servicios básicos. Pero en la práctica, no ha cambiado nada para las familias. Nos dicen que hay avances, pero seguimos sin luz, sin agua, sin derechos. No se trata solo de cambiar líneas en un mapa: lo que falta es voluntad política real.

El realojo está previsto para 2034. ¿Cómo lo estáis viviendo?
Con miedo e incertidumbre. El protocolo habla de un proceso largo, pero mientras tanto, seguimos viviendo en condiciones inhumanas. Algunas familias han sido realojadas, pero otras no tienen ni información ni garantías.
El corte de luz se está usando como una forma encubierta de desalojo forzoso
Lo más preocupante es que el corte de luz se está usando como una forma encubierta de desalojo forzoso. Nos están expulsando sin necesidad de mandarnos una notificación: nos apagan la vida para que nos vayamos por nuestra cuenta. Es una estrategia para vaciar la Cañada sin asumir responsabilidades.
¿Cómo valoráis la implicación de las instituciones?
Hablan mucho y actúan poco. Lo que falta no son recursos, sino voluntad política. Se han firmado pactos, se han hecho promesas, pero en la práctica lo que hay es abandono. Y en muchos casos, una estrategia calculada para que nos cansemos, para que las familias se vayan, para que el suelo quede libre para la especulación urbanística.
¿Cuál es el paso más urgente en la Cañada Real?
Restablecer la luz es el primer paso para garantizar derechos como la salud, educación, seguridad y dignidad
Restablecer la luz ya. Sin luz no hay vida. Es el primer paso para garantizar el resto de derechos: salud, educación, seguridad, dignidad. Mientras sigamos en la oscuridad, cualquier otra promesa es papel mojado.
¿Y el peor incumplimiento del Pacto Regional?
El más grave es no garantizar condiciones de vida dignas mientras llega el realojo. El Pacto prometía que nadie sería despojado de sus derechos, pero el corte de luz ha hecho justo lo contrario. Nos han dejado a oscuras como castigo colectivo, como una forma de presión. Eso es un incumplimiento grave y sistemático.
¿Cómo es la situación de los niños? ¿Qué es lo más urgente?
Los niños de la Cañada están creciendo en condiciones de emergencia. Lo más urgente es devolverles una vida digna: acceso a la electricidad, a una vivienda segura, a salud y educación. No podemos permitir que una generación entera crezca en la oscuridad, como si fueran invisibles.
Si los responsables tuvieran que cumplir una sola petición este año, ¿cuál sería?
Que devuelvan la luz. Es la petición más básica, pero también la más urgente. Porque no tener luz en 2025 no es un problema técnico: es una decisión política. Y es una forma de violencia.