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Una madre, acusada de drogar hasta la muerte a su hija de cuatro años para poder tener sexo

Durante un periodo de al menos seis meses, la niña fue drogada con heroína, metadona y ketamina hasta que acabó muriendo de un paro cardiaco por sobredosis.

Poppy Widdison, una niña de cuatro años, murió en 2013 a causa de una sobredosis de heroína, metadona y ketamina suministradas por su madre para que pudiera mantener relaciones sexuales con su novio sin ser molestada por la menor. 

Un mensaje enviado por la madre, Michaela Pyke, de 37 años, a su pareja narcotraficante, John Rytting, de 40, revela su intención de drogar a la niña: "Ella puede tomarse las pastillitas mágicas e irse a dormir". La menor era vista como un "inconveniente", por lo que durante un periodo de al menos seis meses fue presuntamente drogada por su progenitora.

En el juicio que está teniendo lugar estos días se han presentado estos mensaje como prueba y se han conocido los detalles aportados por la policía y los paramédicos quienes llegaron a casa de Pyke y encontraron a Poppy inconsciente, pálida y sin respiración. Fue trasladada al Sheffield Children's Hospital pero no pudieron hacer nada por su vida y murio al día siguiente debido a un paro cardiaco a consecuencia de la sobredosis. La policía encontró más de 1.000 tabletas de drogas diseminadas por el apartamento en Grimsby (Inglaterra) tal y como detalla Daily Mail.

La niña era maltratada física y psicológicamente

Michaela Pyke y su hija Poppy (SWNS)
"Michaela Pyke y su hija Poppy (SWNS)"

En un primer momento Pyke y Rytting no fueron acusados de homocidio ya que las pruebas no eran concluyentes y el informe médico no era claro, sin embargo, los mensajes de texto han sido determinantes. El fiscal, David Gordon, ha señalado que la pareja "querían seguir adelante con su vida amorosa y consideraban a la niña como una molestia".

Una semana antes de que Poppy muriera, Pyke envió el mensaje a Rytting: "Tengo una botella de vino para compartir. La niña puede tomarse una pastillita y dormir. De las que le gustan". Gordon ha asegurado que esto demuestra una "conducta repetida durante un periodo de tiempo en lugar de un incidente único".

Aunque los acusados niegan el crimen, los vecinos aseguran que la relación con la niña no era buena y solían gritarle. También ha señalado que en ocasiones Poppy presentaba marcas en los brazos. El juicio continúa. 

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