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EE.UU. detiene y humilla a un español por haber viajado a Siria hace seis años

Leandro Pérez Cadarso fue atado de pies, manos y cintura mientras sufría vejaciones por parte de las autoridades.

El endurecimiento de las políticas migratorias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está trayendo múltiples consecuencias. Por ejemplo, cuando vetó a la entrada a todos los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana y finalmente tuvo que recular cuando la Justicia paralizó tan controvertida medida.

Este veto ha afectado, ahora, a un ciudadano español. Es el primero que se ve en problemas por esta norma. Se trata de Leandro Pérez Cadarso, un joven de Pamplona, que vio cómo las autoridades le ataban de pies, manos y cintura mientras sufría vejaciones. ¿Su delito? Haber visitado Siria seis años antes.

Leandro Pérez permaneció cuarenta días en prisión por haber viajado a Siria seis años atrás
"Leandro Pérez permaneció cuarenta días en prisión por haber viajado a Siria seis años atrás"

Todo sucedió cuando iba a cruzar la frontera de Tijuana con Estados Unidos. Allí, las autoridades le detuvieron de inmediato y le trasladaron a un penal donde permanecería durante 40 días recluido.

Con un traje de buzo y chanclas naranjas, "tal y como se encierra a los presos de Guantánamo", nunca supo los motivos de su encarcelamiento. Todo ello no impidió que los funcionarios le humillasen y vejasen en múltiples ocasiones. "He pasado miedo", declara al diario El País.

El problema llegó por su completa sinceridad. Con el fin de renovar su visado de estancia en el país, Leandro rellenó el cuestionario que debe realizar toda persona que entra en los Estados Unidos. El problema llegó cuando respondió afirmativamente a la pregunta de si alguna vez había viajado a Siria.

Cuando el funcionario de aduanas comprobó las respuestas de Leandro, la situación se torció. Le pidieron que entrase en una habitación, le agarraron fuertemente por los brazos y le esposaron por la espalda mientras le retenían con fuerza contra la pared.

A pesar de que pidió que le dejasen retornar a México en el caso de que no pudiese entrar en Estados Unidos, los funcionarios fueron contundentes: le ingresaron en un furgón policial (como si de un peligroso delincuente se tratase) y le llevaron a un penal.

Así, terminó dando con sus huesos en la cárcel, en un centro de detención de San Diego rodeado de vallas y en un calabozo de 20 metros cuadrados tumbado en el suelo con otros 30 hombres. Las condiciones eran completamente precarias: el aire acondicionado completamente encendido para que enfermasen por las bajas temperaturas, y la luz permanentemente encendida para que perdiesen la noción del tiempo y tuvieran problemas para conciliar el sueño.

La vergonzosa respuesta de las autoridades españolas

Protesta eb contra del veto migratorio del presidente Donald Trump
"Protesta eb contra del veto migratorio del presidente Donald Trump"

Ante la gravedad de la situación, Leandro esperaba que las autoridades españolas le amparasen en todo lo sucedido. Pero nada de esto sucedió: prefirieron "lavarse las manos" y desentenderse del tema.

Para evitar tener que reaccionar, argumentaron que el joven había sido detenido por cuestiones migratorias, no por haber cometido algún delito, y en este caso no había capacidad de maniobra. Sin embargo, la respuesta dista mucho de otros países, cuyos funcionarios han acudido a prisión para apoyar e informar de su situación a sus nacionales.

Todo, porque Leandro había viajado a la ciudad de Palmira en 2011 cuando sus padres le regalaron un viaje por haber terminado la carrera. Al joven navarro le interesaban las ruinas y la historia de este enclave que el autodenominado Estado Islámico se ha encargado de destrozar. Las fotografías de aquel viaje revelan que fue un desplazamiento turístico. De nada ha servido que lo acreditase.

Sobrevivió a base de rellenar cuestionarios en inglés para los internos hispanos con los que convivía en el nuevo destino al que fue traladado, la prisión de Caléxico. Hasta que, finalmente, la CIA investigó su viaje y decidió deportarle sin ningún tipo de explicación.

Ahora Leandro se encuentra en Pamplona tranquilo e intentando superar la dura experiencia que le ha tocado vivir. Tiene vetada la entrada a Estados Unidos durante los próximos cinco años. Aunque, seguramente, ahora no se encuentre deseoso de retornar al país que tan mal le ha tratado. Bienvenidos a la era Trump.

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