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El machismo destapado: la mitad de los europeos cree que la mujer debe estar en casa

El último Eurobarómetro mide las actitudes y opiniones de la población sobre temas de género.

El pasado 20 de noviembre se publicaba el último Eurobarómetro sobre temas de igualdad, una encuesta que nos permite ver las actitudes de la población europea en cuanto a temas de género. Los resultados nos dan una clara muestra de que aún no tenemos claro qué es la igualdad de género, cómo se consigue y por qué es importante.

Uno de los datos más curiosos y dramáticos dice que el 44% de las personas encuestadas, una muestra representativa del total europeo, opina que el rol principal de la mujer es cuidar de la familia y del hogar (un 43% mujeres y un 44% hombres han respondido esta opción). Otro 43% dice que el rol del hombre consiste en traer dinero a casa para sacar adelante a la familia económicamente. En definitiva, parece que, aunque no sean mayoría, un gran grupo de población mantiene actitudes tradicionalmente machistas con respecto al reparto de las responsabilidades en el hogar.

Sobre las tareas domésticas, el 73% de los europeos y europeas creen que ellas siguen llevando la carga principal de las mismas, y eso que un 80% cree que los hombres deberían asumir las mismas cargas en el hogar que las mujeres, así como pedir el permiso de paternidad para cuidar a los hijos. Sin embargo, ya no sólo asumir más tareas la mujer supone un mayor trabajo para ella, sino que el conformarse con "ayudar en casa" no la libera de la carga mental y física que supone esta responsabilidad.

Aunque creemos en el reparto de las tareas del hogar, aún no se ha cumplido
"Aunque creemos en el reparto de las tareas del hogar, aún no se ha cumplido"

Boys don't Cry

Otros mitos que aún no se han conseguido desterrar son relativos al plano emocional. Por un lado, un 10% ve inaceptable que los hombres lloren, y 7 de cada 10 creen que las mujeres son más propensas a tomar decisiones basándose en sus emociones. Sí, seguro que también asumimos que todo esto tiene origen en estructuras cerebrales, cuando todo esto responde a nuestra socialización y herencia cultural, y por eso se sigue luchando para terminar con esas falsas asunciones sobre la forma de trabajar en hombres y mujeres.

Sobre las actitudes hacia el feminismo, sólo 1 de cada 3 varones aprueba que otros hombres se consideren abiertamente feministas. Menos de la mitad encuentra aceptable que se reproche a un amigo cuando hace una broma machista.

En general, parece que las actitudes más concretas con respecto a la igualdad aún no han sido asumidas por la sociedad. Sin embargo, al preguntar por la brecha salarial, que se encuentra en un 16,3% de diferencia en Europa y 14,9% en España, 9 de cada 10 personas ve inaceptable que las mujeres ganen menos que los hombres por su trabajo. Ese mismo porcentaje cree que es importante promover la igualdad, e incluso a nivel personal. Un 70% dice estar a favor de tomar medidas jurídicas para facilitar la igualdad de género en política. Eso sí, alrededor de la mitad cree que se ha alcanzado la igualdad a nivel político y una cifra ligeramente menor, que se ha alcanzado este objetivo a nivel laboral.

Aún un 10% de la población cree que los hombresn o pueden llorar
"Aún un 10% de la población cree que los hombresn o pueden llorar"

La teoría la tenemos clara, pero ¿la práctica?

Lo que podemos sacar en conclusión es que la igualdad de género es un tema aparentemente importante para la población, pero no acabamos de entender sus implicaciones. Uno de los mayores problemas con el que el feminismo se choca al intentar transmitir su mensaje y sus acciones, es que no sabemos conectar las actitudes machistas con sus consecuencias. Por ejemplo, todo el mundo asume que la violencia de género en la pareja o las violaciones son delitos graves e intolerables, sin embargo, no creemos en la cultura de la violación, o ninguneamos la palabra de una víctima porque no tenemos claro dónde está el límite del acoso.

Nos parece que debería haber un reparto igualitario de las tareas del hogar, pero nos reímos de las campañas que luchas contra los juguetes sexistas, y somos incapaces de regalar a nuestros hijos varones un juego de limpieza de juguete. En definitiva, cada vez que criticamos o nos reímos de cualquier campaña feminista, estamos cayendo en la hipocresía de decir que hay que luchar contra un problema social, pero no queremos mover un dedo por ello, y mucho menos reflexionar sobre nuestras asunciones culturalmente construidas.

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