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Tortura blanca: el método de las cárceles iraníes para atormentar a las mujeres detenidas

Narges Mohammadi, Nobel de la Paz de 2023, publica su libro 'Tortura Blanca', en el que cuenta su experiencia y de otras mujeres en cárceles iraníes.

Tortura blanca: el método de las cárceles iraníes para atormentar a las mujeres detenidas

Narges Mohammadi fue declarada Premio Nobel de la Paz 2023, mientras cumplía condena en una cárcel de Teherán, donde aún permanece. "Por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y su lucha por promover los derechos humanos y la libertad para todos", declara el comunicado.

Es una activista destacada contra la pena de muerte, abogada de los derechos de las mujeres, vicepresidenta del Consejo Nacional para la Paz, vicepresidenta y portavoz del Centro de Defensores de los Derechos Humanos. Mohammadi lleva media vida luchando contra la violencia ejercida por la República Islámica de Irán contra las mujeres, además de media vida encarcelada por el mismo motivo. Por ello, conoce el sistema carcelario iraní desde dentro, incluyendo los métodos de tortura que utilizan sus funcionarios.

'Tortura Blanca'

Este es el título del libro que ha publicado la activista, refiriéndose al nombre de lo que sufren las mujeres en las cárceles de Irán. "¿Cómo se puede llegar a sospechar que, por ejemplo, no ver el sol o no sentir la brisa sobre la piel o entre los cabellos, o la imposibilidad de oír un sonido o de romper el silencio pueden afectar tanto a la voluntad de luchar y continuar viviendo?". Esto se pregunta Nohammadi, desde la cárcel donde lleva encerrada desde noviembre de 2021.

Esta 'tortura blanca' llevada a cabo en Irán consiste en la privación de todo estímulo sensorial durante largos periodos de tiempo y se aplica, junto con el aislamiento y los interrogatorios, a presos políticos y de conciencia. Según la autora de la introducción del libro, Shannon Woodcock, se realiza "mediante la estructura arquitectónica de la prisión, el comportamiento de los funcionarios y las preguntas de los interrogadores. Se controla la luz de la celda para que el cuerpo no distinga el día de la noche y se alteren los patrones de sueño. A los presos se les venda los ojos al salir de la celda. El daño que causa la privación en el aislamiento y los interrogatorios se agrava por el hecho de que los reclusos únicamente pueden sentir el contacto de mantas ásperas y paredes de hormigón. El único olor de la celda suele ser el de un retrete fétido que no se limpia nunca para menoscabar el sentido olfativo. Se les sirve siempre la misma comida insípida en un cuenco de metal y el té de un vaso de plástico".

Esta tortura genera secuelas a largo plazo. Deja un estado de desconfianza permanente hacia todos y todo. Además, "consigue que la experiencia traumática condiciones fisiológicamente la estimulación de los sentidos, de tal manera que los sonidos, sabores y experiencias del mundo exterior evocan el sufrimiento de la prisión".

Tras recibir el Premio Nobel de la Paz en octubre de 2023, ahora es su marido, Taghi Ramani, quien acude a la rueda de prensa organizada por Reporteros Sin Fronteras para presentar su libro, que llegó a las librerías españolas el pasado 7 de diciembre. También recogió el galardón por ella en Oslo el pasado 10 de diciembre.

Testimonios de mujeres y aislamiento

El texto recoge 14 entrevistas realizadas en prisión por Mohammadi a mujeres encarceladas, cuyos testimonios muestran la crudeza de la 'tortura blanca'.

Según declara la activista en su libro, la violencia contra las mujeres en Irán no se detiene ante nada, no distingue a una mujer de otra, lo único que las une es ser mujeres que han osado salirse de la norma. "Oí a una chcia joven. Le pregunté su edad. Me contestó: 12 años. '¿Qué haces aquí?', le pregunté. 'Tenía relaciones con el hijo del vecino. Mi padre lo denunció y la policía me arrestó', me dijo".

Tanto Mohammadi como otras de sus compañeras han estado encerradas en celdas de dos o tres metros en las que tan solo hay una bombilla que no se apaga nunca, durmiendo sobre una manta en el suelo y con otra como almohada, obligadas a cubrirse los ojos cada vez que abandonan la celda para ir al baño o a un interrogatorio, sin la posibilidad de tratamiento médico o de hacer llamadas con sus hijos y familia.

En el libro la activista cuenta cómo el sistema está montado para que una mujer encarcelada se responsabilice a sí misma. "En mi primera detención dentro de las celdas de Eshrat Abad me atormentaba duramente, diciéndome que mi fe y mis convicciones se estaban debilitando. Si fueran firmes, me decía, no me dejaría atrapar por tales sentimientos. A veces pensaba que el problema residía en que yo era una persona extrovertida, social, abierta, alegre. Me reprochaba que si en momentos de soledad, a fin de entrenarme, me hubiera encerrado en una habitación vacía y sin ruido, me habría resultado menos difícil soportar la celda de aislamiento. Culpaba por no aguantar bien la detención de la celda, a mis ejercicios, a mi espíritu alegre, a mis gustos personales y a mi inclinación por disfrutar de las cosas y pasarlo siempre bien".

En cuanto a derechos humanos, "los habitantes de Oriente Medio, sobre todo quienes vivimos en Irán y Afganistán, no aprendemos la importancia de la libertad, la democracia y los derechos humanos en los libros de texto, sino mediante nuestra experiencia personal de presión y discriminación", declara Narges Mohammadi en su carta de agradecimiento al Comité Noruego del Nobel, escrita desde la prisión de Evin (Tehherán) en octubre de 2023.

Aunque en el escrito se cuentan las vivencias dentro de las cárceles del país, este es un reflejo también de lo que se vive fuera. Ramani recuerda el movimiento "Mujer, Vida y Libertad", que estuvo al frente de las protestas en Irán tras la muerte de Masha Amini en 2022: "Mientras pasaban las protestas en las calles el régimen detuvo a unas 20.000 personas, ha habido entre 400 y 500 personas que perdieron su visión o un ojo, entre 400 y 500 personas que perdieron su vida, y muchos que siguen estando todavía en la cárcel".

El escrito de Narges Mohammadi refleja la cruda realidad que viven las mujeres a día de hoy en el régimen iraní y que no solo afecta a las que tienen una postura política distinta al islam, sino a cualquiera que se salga de las normas establecidas.

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