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¿Qué implica la muerte del presidente iraní Ebrahim Raisí en Oriente Próximo?

La muerte de Ebrahim Raisí y su ministro de Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, abre incertidumbre.

¿Qué implica la muerte del presidente iraní Ebrahim Raisí en Oriente Próximo?

El presidente de Irán, Ebrahim Raisí, ha fallecido en un accidente de helicóptero cuando regresaba hacia la capital del país, Teherán, después de haber asistido a un encuentro con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, para la inauguración de una presa.

Los hechos ocurren en un momento crítico. Se producen un mes después de que el país persa lanzara una lluvia de misiles sobre el cielo de Israel y una escalada de tensión por la que también respondió el país hebreo. Pero también, en pleno conflicto en Gaza donde sus milicias aliadas (Hamás, Yihad Islámica y Hezbollah) combaten a las fuerzas militares de Israel.

Cabe destacar como dato a tener en cuenta que Azerbaiyán es un país aliado de Israel, el gran enemigo de Irán. Además, los servicios secretos del Mossad son muy activos en el país que preside Aliyev, sin embargo, Israel ha salido rápidamente a desvincularse de cualquier responsabilidad en este suceso.

Reunión entre el presidente de Irán, Ebrahim Raisi y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, previa al accidente
Reunión entre el presidente de Irán, Ebrahim Raisi y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, previa al accidente AZERTAC

Por otro lado, también se ha barajado la posibilidad de un atentado interno, que habría llevado a cabo la oposición en el país. En este punto toma especial relevancia el papel ultraconservador de Raisí, caracterizado por una línea muy dura de represión.

De hecho, es conocido como el 'juez de la horca' por su implicación en las ejecuciones masivas de presos en 1988 en las denominadas 'comisiones de la muerte' tras la guerra entre Irak e Irán, que dejaron hasta 5.000 personas ejecutadas. Pero durante su mandato también se han intensificado notablemente las ejecuciones con pena de muerte y se ha emprendido una gran represión a las manifestaciones por los derechos de la mujer, con el caso de Mahsa Amini como punto clave.

La teocracia que dirige Irán ha enfrentado una crisis por la que intenta eliminar cualquier atisbo de disidencia interna. De hecho, las últimas elecciones de 2021 en la que fue elegido Raisí se diseñaron para su victoria, con el rechazo de una gran multitud de candidatos, pero con la participación más baja de todas la Revolución. Un dato que ha sido interpretado con la desafección ciudadana respecto al sistema.

Raisí, en todo caso, estaba llamado a suceder al ayatolá Ali Jameini como líder supremo de irán y durante su mandato el país había abandonado el completo aislamiento internacional aprovechando la guerra de Ucrania, en una alianza con Rusia y China por la que siempre apostó con fervor su ministro de Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, también fallecido en el accidente.

Incertidumbre

A pesar de la relevancia del fallecimiento y de las posibilidades abiertas, el régimen iraní ha insistido por completo en rechazar cualquier posibilidad de un ataque y ha explicado que la muerte del presidente del país se produjo después de un "aterrizaje forzoso" del helicóptero ante las fuertes nieblas en el norte de su territorio.

Una noticia que ha llevado a una crisis interna y en cuyo operativo de búsqueda de la aeronave Irán ha contado con apoyo de sus aliados tradicionales, pero también de la Unión Europea, que ha abierto su satélite Copernicus.

En todo caso, la incertidumbre se ha abierto en pleno contexto de conflicto en Oriente Próximo. La muerte de Raisí deja a uno de los grandes actores regionales con un gobierno descabezado y, por el momento, Irán ha abierto los cauces establecidos para ordenar la sucesión del presidente.

Su sucesor será Mohammad Mokhber, hasta ahora vicepresidente primero, que adoptará el nuevo cargo en régimen interino. Se trata de un ex médico militar del que no se espera un drástico cambio respecto a la política aplicada hasta la fecha en el país. Ahora, Irán debería elegir un nuevo presidente en un plazo que no se debería extender más allá de 50 días.

El riesgo a una posible escalada existe, en todo caso. Cabe destacar que Israel es un país con armas nucleares y que Irán está desarrollando un programa nuclear y podría situarse cerca de lograr también este tipo de armamento.

La muerte de Raisí ha abierto la incertidumbre sobre si Irán llegaría a adoptar alguna represalia o sus enemigos pudieran aprovechar el actual contexto para forzar cambios en su poder. El autor de la teoría de los Cisnes Negros (acontecimientos imprevisibles que fuerzan cambios convulsos) ha establecido comparaciones entre este hecho y el atentado contra Francisco Fernando de Austria en 1914 por un nacionalista serbio, que desembocó en la I Guerra Mundial.

Abierta la incertidumbre, queda conocer los pasos que dará irán en los próximos meses. Qué candidatos serán autorizados en las próximas elecciones, si se apuesta en este caso por una persona más progresista como ya ocurrió en el pasado y si adopta una línea menos beligerante a nivel internacional respecto a Raisí. Y cómo afectaría este hipotético escenario en el horizonte de Netanyahu. El desarrollo de los acontecimientos ya ha evidenciado que, en realidad, a ninguno de los actores internacionales le interesa un conflicto a nivel regional.

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