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Primera entrevista de Miguel Ricart 30 años después del crimen de Alcàsser

El único condenado por el crimen de Alcàsser se considera un "cabeza ce turco" y tilda a Antonio Anglés de "basura carente de humanidad".

Primera entrevista de Miguel Ricart 30 años después del crimen de Alcàsser

Miriam, Toñi y Desirée eran los nombres de las conocidas como niñas de Alcásser, las jóvenes de entre 14 y 15 años que fueron vistas con vida por última vez el 13 de noviembre de 1992, cuando se dirigían desde Alcàsser, localidad valenciana en la que residían, a la discoteca Coloor, en la vecina Picasent. Su desaparición desató una intensa búsqueda que finalizó el 27 de enero de 1993, cuando sus cadáveres fueron encontrados en el paraje natural del barranco de La Romana, en el término municipal de Tous.

Mientras que Antonio Anglés, acusado del terrible crimen, huyó, Miguel Ricart fue el único procesado, siendo juzgado y condenado a 170 años de prisión por tres delitos de asesinato, violación y secuestro. Sin embargo, salió de la cárcel de Herrera de La Mancha el 29 de noviembre de 2013, tras aplicarse en su caso la derogación de la doctrina Parot, habiendo cumplido tan solo 21 años.

Desde entonces se le perdió la pista hasta hasta que a principios de 2021 fue visto en un edificio okupa del distrito madrileño de Carabanchel, donde había acudido para pillar algo de droga. No se volvería a saber nada de él hasta casi dos años más tarde, cuando el 21 de diciembre de 2022 fue detenido en un narcopiso del barrio barcelonés de El Raval.

Después de que la jueza decretara libertad provisional por este caso y cuando se cumplen treinta años del terrible crimen que le dio a conocer, Miguel Ricart ha concedido una entrevista en el podcast 'El rincón del disidente' en el que ha vuelto a insistir en su inocencia en torno al caso Alcàsser. "No me puedo arrepentir de algo que no he hecho", expresa.

"Tengo fe en que un día se sepa de verdad lo que ocurrió", insiste, revelando que ha pedido someterse la prueba del polígrafo y del pentotal sódico, conocido como 'suero de la verdad': "Nadie hasta ahora me ha dado la oportunidad y de hacerlo me juego la vida, pero creo que merece la pena".

Se considera a sí mismo una "cabeza de turco" que "algunos quisieron inculpar sin pruebas". "Me querían a mí", sostiene. No obstante, reconoce no recordar dónde se encontraba el 13 de noviembre de 1992, el día que secuestraron a las niñas. "Ojalá me acordara, pero es imposible", explica.

En cuanto al asesinato de las niñas, Ricart considera que Anglés, al que considera "basura carente de humanidad y sentimientos, un hombre muy frío y calculador", participó pero no lo hizo solo. "Mi relación con Antonio no era buena, de hecho andábamos juntos muy poquito, yo era amigo de su hermano Roberto", confiesa. Sobre su paradero, Ricart asegura no conocerlo pues el último día que lo vio fue el día que aparecieron los cuerpos de las menores.

"A los que creen que soy culpable, les digo que se laven la cara para despejarse. Se equivocan de persona, si en treinta años no han encontrado pruebas, en qué se basan para decir que soy culpable", se pregunta. Además, recuerda que "en el caso se destruyen pruebas ¿para qué?".

Durante el último año, la jueza que instruye el caso ha ordenado múltiples búsquedas de nuevas pruebas de ADN que pudieran inculpar directamente a Antonio Anglés, quien dentro de seis años pasará a ser inimputable. Pese a los esfuerzos de los investigadores, todavía no se han hallado evidencias que impliquen al prófugo o al propio Ricart, tanto en su coche -un Opel Corsa- como en el colchón, la moqueta con la que envolvieron sus cadáveres y otros restos.

Ricart no descarta ninguna de las teorías alternativas que se han planteado sobre el caso. "A mí me iban a soltar y entraron dos o tres hombres trajeados y muy serios y dijeron 'este es el que queremos'", narra, al tiempo que asegura que sufrió amenazas y palizas por parte de varios agentes para que se autoinculpara en el juicio o, de lo contrario, "lo mismo que le pasó a las niñas le podía pasar a su hija". "Les dije 'queréis ir a matar a mi hija, id y matarla y de paso a la madre, matadlas a las dos'. No iba a ceder a sus amenazas para mantener su versión", asegura.

La vida tras salir de la cárcel

En el podcast también ha contado cómo ha sido su vida en prisión y al salir de ella. "Mis compañeros de prisión bromeaban con los años de mi condena -170- y el número de la Lotería de Navidad. Yo esperaba la absolución y nunca que me aplicaran la doctrina Parot", mantiene.

"Mi vida después de salir de prisión ha sido bastante dura, siempre huyendo, sobre todo de los medios de comunicación que son los que más no me han dejado vivir", relata, asegurando que durante todo este tiempo siempre ha notado una "vigilancia encubierta" de la Policía.

"A mí nadie me ha dado nada ni han comprado mi silencio", apunta Ricart en referencia a por qué no ha roto su silencio en treinta años.

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