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Política

Por qué Pablo Casado sí representa a la militancia pero no al votante del PP

El giro hacia la derecha de Pablo Casado cambia completamente la imagen del PP entre sus votantes.

La llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP ha supuesto todo un terremoto en el ya convulso panorama político de España. El giro hacia la derecha que ha prometido durante su campaña incluye aspectos tan polémicos como regresar a la ley del aborto de 1985, contar con el apoyo de asociaciones como Hazte Oír o un pasado cargado de declaraciones muy controvertidas.

Algunos analistas políticos han apostado por la opción de que el nuevo líder del PP decida optar por un discurso mucho más moderado de cara a los comicios de 2020. Algo que, sin embargo, le alejaría nuevamente del apoyo de históricos como María San Gil o José María Aznar.

Pablo Casado ha conseguido recuperar a históricos del partido como María San Gil
"Pablo Casado ha conseguido recuperar a históricos del partido como María San Gil"

¿Qué sucederá a partir de ahora con el, aún, partido más grande de España? La incógnita puede contar con algo de luz gracias a los siguientes datos, pero no hay que olvidar que son fundamentales para mantener plazas imprescindibles como Madrid o recuperar caladeros de votos como la Comunidad Valenciana. Porque, en parte, la nueva política cuenta con las encuestas como carril sobre el que dirigir sus posiciones.

Antes de plantear todas estas cuestiones, es necesario conocer al votante y la militancia del PP en un punto decisivo para el futuro de la formación conservadora.

Por qué Pablo Casado sí representa militancia

Porque sus posturas son similares a las de la militancia. Básicamente. En el barómetro publicado por el CIS, en el que se analizaba el mapa ideológico de los partidos entre octubre de 2014 y el mismo mes de 2015, la variación de la formación de Mariano Rajoy se situaba en un 8 (el 0 representa la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha).

La posición de Soraya, tan acercada al centro del espectro político, la alejaba por tanto del ámbito ideológico de su partido, consciente de que sus posturas ya se encuentran representadas por otros partidos como Ciudadanos e, incluso, a ojos de sus acólitos, en otras formaciones como el PSOE.

El Partido Popular ha sido tradicionalmente una formación que se sustenta en los valores liberales y conservadores. Entre ellos, se encuentra el mantra de la 'familia', la 'vida', la bajada de impuestos y la privatización sin cuartel de servicios públicos. El mantenimiento de la Ley del Aborto de Zapatero o la subida de impuestos de Montoro, por tanto, le alejan de la militancia.

Por otro lado, el discurso de Soraya, más próximo al tecnicismo que a la ideología, no le permite vincularse a un partido que abarca un abanico entre el centro y la extrema derecha (que aunque es minoritaria, aún no se ha trasladado a VOX y encajen aquí la derogación de la Ley de Memoria Histórica). Es más: no despierta la ilusión que sí consiguió Casado, aquel que recibió una ovación tan cerrada en su discurso previo a la votación.

Junto a todo ello, las formaciones conservadoras acostumbran a formar una especie de 'piña' con estructuras jerarquizadas y miembros que actúan 'como uno solo' de cara al público. Es decir, los trapos sucios se lavan en casa. Muchos acusan a la exvicepresidenta de realizar amenazas para apoyarla y romper con el pasado del PP, desvinculado de la FAES de Aznar. Algo que, sin embargo, tuvo su correspondiente efecto rebote con el extraño vídeo al estilo de 'Cuéntame'. Además, el efecto de luchar contra lo que se considera una 'imposición' puede generar una ola de rebeldía.

La falta de vinculación pública, la ausencia de declaraciones al estilo de la famosa "indemnización en diferido" que llevó a que "partieran la cara" de Cospedal (en sus propias palabras), la situan fuera de las estructuras. Y eso, en una militancia conservadora, no agrada.

Por qué no cuenta con el apoyo de los votantes

Aquí llega el problema. El votante medio en España se situa alrededor del 4,5 del espectro político, es decir, en el centro aunque levemente escorado hacia la izquierda (aquí tenemos el antídoto del franquismo).

La victoria del primer presidente del Gobierno del PP, José María Aznar, se produjo con una candidatura y una imagen que le situaba a la izquierda del partido (su segunda legislatura supuso el cambio hacia la derecha que ahora mantiene). Otras personalidades como Cifuentes y Alberto Ruiz Gallardón (durante su etapa en la Comunidad de Madrid) también aprovecharon este mantra para convertirse en los barones más fuertes del partido.

Marisa González, jefa de prensa de Cifuentes y Gallardón, consiguió crear dos perfiles muy dirigidos al centro político
"Marisa González, jefa de prensa de Cifuentes y Gallardón, consiguió crear dos perfiles muy dirigidos al centro político"

En ello también jugó Rajoy en ciertas ocasiones, aunque contó con menor interés avalado por el miedo al empeoramiento de la crisis económica (que en la práctica totalidad de las ocasiones vira al votante hacia la derecha) y la mala imagen de los "brotes verdes" de Elena Salgado. Sin embargo, los ataques de personalidades como Esperanza Aguirre, fuerte en Madrid pero no fuera de sus fronteras, siempre le beneficiaron.

Todos estos aspectos también se han evidenciado en la primera ronda de las primarias, en las que Soraya ganó con un 37,03% de los votos. No muy lejos permaneció Pablo Casado, con un 34,36%. Pero no ganó. Si atendemos a los votos de Cospedal, su 25,97% parece más vinculado a su poder en las estructuras y entre la vieja guardia.

Por todo ello, muchos esperan que el PP tome ahora el rumbo hacia el centro del espacio político, aunque con prudencia. No proporciona buena imagen un Pablo Casado que se levanta defendiendo la Ley del aborto aprobada hace 33 años y se acuesta apoyando la actual de plazos. 

Un necesario giro al centro, 'coser el partido' y la polémica del máster

Llegados a este punto, retomamos el inicio del artículo. Como hemos podido comprobar, el PP necesita virar un discurso hacia el centro si tiene la intención de recuperar a sus votantes. El peligro de quedar sepultados por Ciudadanos es una realidad.

La formación de Casado se ha fijado, entre otras cosas, recuperar el poder municipal que perdió en los comicios de 2015 (su plaza más importante en la actualidad es la quinta ciudad del país, Málaga).

A pesar de su nula vinculación con polémicas como la Trama Gürtel o los Papeles de Bárcenas, la sombra del máster sobrevuela sobre su figura y los comentarios sobre un presunto dossier dispuesto a debilitarle suenan con mayor fuerza.

El PP cuenta con serias dificultades para superar la grieta aireada durante las primarias
"El PP cuenta con serias dificultades para superar la grieta aireada durante las primarias"

Liderar un partido condenado como partícipe a título lucrativo en la Gürtel mientras estás implicado en un caso de corrupción en el ámbito académico no es la mejor carta de presentación. Las comparativas con Cifuentes, que abandonó la presidencia del PP madrileño tan solo un año después de salir elegida con el 86,38% de los inscritos sienta un precedente muy preocupante.

Los comicios de 2020 se encuentran a la vuelta de la esquina y si no hubiese un candidato evidente, la sombra de la ucedización (es decir, la caída de un gigante con los pies de barro, al modo de la UCD), sería una realidad.

También se antoja imprescindible 'coser el partido' esa expresión que surge como un dèjá vu del PSOE susanista y pedrista, aunque todo depende de la colaboración de la expresidenta, que no se encuentra 'muy por la labor' tras no acudir al Comité Ejecutivo del PP y no integrar en la Ejecutiva a personalidades como la extitular de Empleo Fátima Báñez. Algo que molesta en los pablistas, por aquello del maquillaje que tan bien sienta en la política. ¿Qué sucederá a partir de ahora? La situación genera incertidumbre. Y surge una pregunta: ¿Soraya evita a Casado porque no afronta la derrota o porque sabe que su afrenta le proporcionará beneficios en el futuro?

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