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La Gran Redada: cuando España intentó perpetrar un genocidio contra la comunidad gitana

Fue una operación organizada en secreto por orden del rey Fernando VI en España que pretendía erradicar al pueblo gitano.

La Gran Redada: cuando España intentó perpetrar un genocidio contra la comunidad gitana

El Día Internacional del Pueblo Gitano se celebra el 8 de abril con el objetivo de reconocer a este pueblo su valor y las contribuciones que su cultura e historia han aportado al mundo. Se busca poder acabar de una vez por todas con el estigma que rodea su pueblo, por el que han sufrido discriminación durante tanto tiempo.

Fundamental resulta conocer su historia pues el pueblo gitano ha tenido que sufrir sufrir más de 250 providencias formales antigitanas en España entre 1499 y 1783. Repasaremos la más brutal de ellas, la de la Gran Redada de 1749.

La Gran Redada del 30 de julio de 1749

Se le llama generalmente la Gran Redada pero tiene adjudicados varios nombres, a cada cual más oscuro. "La solución definitiva" o "Prisión general de los gitanos" son otras maneras de llamar a la noche que duró 20 años, en donde se detuvieron a más de 10.000 gitanos en todo el territorio español. Se los separó de sus mujeres y de sus familias y fueron enviados a trabajar forzosamente a las minas que tenía la corona y a la marina.

Orden de 1749 de prisión general para los gitanos.
Orden de 1749 de prisión general para los gitanos. Fundación Secretariado Gitano

Las órdenes fueron ideadas por el obispo de Oviedo y gobernador del Consejo de Castilla, Gaspar Vázquez Tablada, y continuadas y ejecutadas a partir del 29 de julio por el marqués de la Ensenada, mano derecha del entonces rey Fernando VI. La envergadura del proyecto desde el inicio fue de "exterminio" y se mostró muy por encima de los medios disponibles en aquella época.

El genocidio se ideó porque el obispo pensaba que habían fracasado en el intento de someter a los gitanos a la uniformidad del reino, por lo que debían expulsarlos. El racismo y la xenofobia nublaron las mentes de los dirigentes del momento y consiguieron que la Santa Sede dejase de apoyar a la etnia con el acuerdo de 1748 entre España y el grupo religioso. Algo que necesitaban que sucediese si contaban con aprobar la prisión general para los gitanos.

Las condiciones de vida

Los reclusos fueron reunidos en castillos y alzacabas e incluso se vaciaron y cercaron barrios de algunas ciudades para alojar a los deportados. Las condiciones que se encontraban los viajeros al llegar resultaban terribles e inhumanas y por lo general incluían el uso de grilletes. Fueron esclavizados, torturados y forzados a vivir en unas condiciones completamente insalubres.

castillo de Santa Catalina, en Jaén, donde permanecieron los hombres considerados inútiles para el trabajo.
castillo de Santa Catalina, en Jaén, donde permanecieron los hombres considerados inútiles para el trabajo. Diario del Viajero

Con esas condiciones, cientos de gitanas y gitanos fallecieron. Sin embargo, por suerte, el plan de exterminio no triunfó porque no consiguieron apresar a todo el colectivo. Se arrestó a los gitanos que no eran nómadas, es decir, que tenían un domicilio establecido. Además, las autoridades ordenadas por el marqués de la Ensenada confiscaron todos los bienes de los detenidos.

Un escandalizado Carlos III detiene la situación

Las actuaciones denigrantes se mantuvieron hasta 1763, cuando el monarca del momento, hermano del anterior, Carlos III, ordenó que pusieran en libertad a las víctimas. Las últimas lograron ser libres en 1767. Además, el ilustrado inauguraría una nueva política hacia el pueblo gitano que resultó en la pragmática de 1783, que permitía a los gitanos ser considerados aptos para cualquier empleo.

Dicha pragmática, además, prohibió el uso de los términos "gitano" y "castellano nuevo" por considerarlos injuriosos, y les dió libertad de residencia, a excepción de la Corte y los sitios Reales. Por último, consiguió que en caso de cometer algún delito en los años próximos, "se les perseguirá, procesará y castigará como a los demás reos de iguales crímenes, sin variedad alguna", establecía el texto de la sanción.

La memoria colectiva

Los gitanos no han podido escribir su historia, no se les formaba para ello y tampoco tenían oportunidades de aprender. Sin embargo, han sabido mantener viva la memoria de los crímenes cometidos contra ellos y el recuerdo de las víctimas.

La memoria colectiva permite a un pueblo recordar los eventos acontecidos en el marco correspondiente. La cultura de esta etnia tiene una manera peculiar de hablar de todo lo que tuvieron que sufrir durante esos años. Desde canciones populares pasando por cuentos tradicionales y hasta rondas cantadas por los niños en sus juegos en las que canturrean "el rey Fernando, que venía pegando... con una caña..." hacen que la dureza con la que les trataron, no se olvide nunca.

Desde los primeros años de este siglo se han dado pasos muy significativos en lo que respecta a reconocer sus derechos a mantener su identidad y las aportaciones de su cultura a la sociedad.

Actualmente pertenecen a la sociedad en la que viven pero mantienen su cultura propia. Son y se sienten ciudadanos de pleno derecho y suman a ello su riqueza cultural, su "gitanidad". Pero, y como en todas las relaciones interculturales, hay choques, siguen existiendo problemas y situaciones comprometidas entre ellos y los "payos" que los rodean.

A día de hoy más de un millón de españoles pertenecen a la etnia gitana. Diego Fernández, director del Instituto de Cultura Gitana, opina que "hay que reconocer al pueblo gitano porque España también es gitana".

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