El pasado domingo 8 de mayo ocurrió un hecho insólito en la historia de la generación de energía eléctrica, o al menos dentro del ámbito de las energías renovables. Como todas las cosas peculiares de Europa, tuvo lugar en Alemania y el episodio fue que durante ese día las energías renovables instaladas (solar, eólica, hidroeléctrica y biomasa) generaron un pico tan grande de producción, que el precio de la electricidad (megavatio por hora) alcanzó valores negativos. En definitiva, en vez de tener que pagar por la electricidad, las empresas energéticas debían pagar a los clientes por consumirla. El resultado será una reducción de la factura de la luz. ¿Cómo pudo haber ocurrido eso?
Para empezar, tenemos que entender que Alemania, tras el desastre de Fukushima, decidió prescindir totalmente de las plantas nucleares para evitar accidentes similares. Se propusieron ir reduciendo este tipo de energía hasta que desapareciera en 2022. A partir de entonces, invirtieron más en energía renovables en un plan denominado Energiewende, cuyo objetivo es que en 2050 el 80% de la energía del país se generara por medio de fuentes renovables.
Gracias la actual sistema de energía alemán, en 2015 se consiguió que el 78% de la energía consumida a diario en el país proviniera de este tipo de fuentes no contaminantes, alcanzando así el récord.
Lo que ocurrió el 8 de mayo es que en ese día el clima hizo que las energías renovables produjeran el 95% de la energía consumida. A su vez, las plantas convencionales no redujeron su actividad debido a una mala gestión estructural, por lo que se excedió el límite producción/consumo y, como resultado, el precio del megavatio por hora alcanzó hasta los -130 euros. Toda una pesadilla para las empresas eléctricas, y es que lo que ocurrió es que el sistema eléctrico es aún muy rígido y no sabe responder rápidamente ante estos cambios bruscos. Mientras que las plantas de gas si lograron descender su producción, las nucleares y las de carbón no lo hicieron.
Energías renovables, ¿sí o sí?
Muchos críticos de las energías renovables critican este sistema por inestable y encontrarse a merced de las condiciones climáticas. Pero casos como éste, y con la trayectoria que tenemos con energías renovables, muestran que si seguimos avanzando en el diseño de los sistemas de energía, para evitar estos desequilibrios, es posible apostar por la energía limpia. Como vemos, las fuentes tradicionales pueden seguir siendo un complemento por ahora, pero no ser la principal y dañina fuente de electricidad. Sí, las elétricas perdieron dinero y las refinerías ganaron más, pero los ciudadanos de a pie pagarán menos en la próxima factura de la luz.
En algunos países, como Dinamarca, se produce también más energía de la que se consume gracias a la fuente eólica, y lo que hacen es exportarla a países vecinos. Así, en este caso, las leyes y los juegos del mercado no están reñidos con la protección del medio ambiente.