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Las 7 comidas que te representan como universitario

Los hábitos alimenticios que leerás asintiendo con la cabeza si eres o fuiste universitario.

Algunos estudian y trabajan, otros solo estudian o hacen que estudian mientras intentan descubrir lo que quieren hacer con su vida. El colectivo estudiantil universitario está plagado de diversidad y hay muchas cosas a las que nos tenemos que enfrentar por primera vez en esta etapa de nuestra vida, sobre todo los que nos vamos de casa.

La adolescencia queda atrás para desembocar en un periodo en el que de repente eres un adulto bebé con nuevas responsabilidades. Tenemos que aprender a ser autosuficientes, hacer papeleo, pedir cita en el médico por teléfono sin que te den taquicardias y por supuesto, hacer de comer tú solito. En este último punto es en lo que coincidimos. Te guste o no cocinar, la pereza nos aúna y nos lleva a todos por los mismos caminos culinarios:

1 Si no tienes pasta, se come pasta

Macarrones > todo lo demás

Es de primero de carrera saber que la pasta va a ser tu mejor aliado durante tu vida universitaria. Las pocas habilidades que demanda y su bajo precio son las ventajas que ofrece. Los chinos ya lo sabían hace 4.000 años, pues en 2005 se descubrieron en el país 'los fideos más antiguos del mundo'. Lo de saber calcular la cantidad para una sola persona y no hacer macarrones para un regimiento militar, ya para otro día.

2 Los cereales no son solo para el desayuno

Homer nos representa

Bol, cereales, leche y una cuchara. Pocas comidas existen que sean tan simples como un buen tazón de tus cereales favoritos. Esto sumado a que los universitarios somos muy fans de la 'ley del mínimo esfuerzo', algo que resulta tan sencillo y gratificante no puede ser relegado solo al desayuno. Es de buen culinario saber que un bol de cereales a las 2 de la tarde entra igual de bien que a las 9 de la mañana. Dejamos por aquí unos consejos para no comerlos en cantidades industriales sin control.

3 Poner cualquier cosa dentro de un pan es una comida con todas las de la ley

Homer nos vuelve a representar

El primer indicio de algo parecido a un bocata data del Antiguo Egipto. Como las buenas costumbres nunca se pierden, esta no ha decaído en milenios y en este país lo sabemos. Para los recreos, para comer algo por el camino, para cuando no tienes ganas de cocinar... Poner algo entre pan y pan es, en definitiva, una genialidad. No obstante, los expertos culinarios aseguran que tiene su intríngulis.

4 Sopitas de sobre

Monísimo

Cuando las estaciones frías tocan a nuestra puerta sin ganas de pasar tiempo en la cocina, la sopa de sobre es la solución. ¿Existe un plan invernal mejor que perder la noción del tiempo con Netflix y algo calentito a nuestro lado? Los solteros y los emparejados dirán que no, pero por razones distintas. También se pueden hacer sopas exprés más sanas y sin recurrir al sobre.

5 Congelados

Totalmente de acuerdo

La posibilidad de poder tener nuggets de pollo sin salir de casa ni hacer ningún pedido, es definitivamente tentadora. Y más aun cuando lo único que tienes que hacer es freír, aunque más de uno es lo suficientemente torpe como para distraerse con el móvil y chamuscar la sartén. Para una opción más 'healthy', recomendamos hacerlos al horno.

6 + dinero = + comida a domicilio

Yo no le hablo a la pizza, la pizza me habla

Cuando el hambre aprieta y la cartera tiene un poco de alegría dentro, va contra la ley no darse un capricho en forma de comida. Vivimos en una época en la que todo te lo pueden traer a casa y aunque la comida a domicilio lleva décadas implementada en nuestra sociedad, hoy en día la oferta crece y crece. ¿Lo peor? Tener que salir después a tirar la basura porque el cubo ya no da a basto con todas las bolsas y recipientes.

7 El 'tupper' recién importado de casa 

Yo no le hablo a la pizza, la pizza me habla

En Navidad, Semana Santa, puentes e incluso fines de semana; se vuelve a casa para ver a la familia. Pero también se va con un hueco en la maleta, porque la vuelta con los 'tuppers' de comida casera es segura. La clave se encuentra en no comértelo todo en una semana y guardar cosas para darte una autosorpresa los días que no sepas qué comer. ¿Abrir el congelador y encontrarse con un maravilloso 'tupper' de lentejas esperándote? La mejor sensación de la historia.

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