Eurovisión es uno de los eventos más exigentes del mundo. Se lo pueden decir a una Blanca Paloma que recibía el cariño de la prensa acreditada a su vuelta de Liverpool luego de dormir dos horas en un reservado de un aeropuerto para poder llegar fresca a España.
Nada más llegar, la Plaza Mayor de Madrid la recibía con los brazos abiertos en plenas Fiestas de San Isidro, en una buena muestra de que en el festival el resultado no lo es todo.
Su decimoséptimo puesto dejó frío a toda España, esa España que poco a poco se está viendo reflejada culturalmente en el festival. Lo de Blanca Paloma es el flamenco más puro traído a nuestros días, pero ella misma reconocía que es "la riqueza y diversidad cultural" del país lo más fuerte, llegándose a aventurar con un futuro donde lleguen otros palos y folklore a Eurovisión. De momento su 'EaEa' sufrió ser incomprendido, pero la actuación queda ahí para siempre.