Los gemidos son una respuesta a la respiración profunda que suele realizarse durante el sexo y, aunque a veces se confunden con el orgasmo, cabe destacar que una cosa no tiene que ver con la otra. En ocasiones son una reacción inevitable al alcanzar el clímax sexual, pero sus funciones van más allá.
Además de utilizarse como guía durante el sexo para conocer más sobre los gustos de la otra persona y de esta forma mejorar la experiencia, los gemidos pueden tener gran cantidad de beneficios a nivel tanto físico como mental.
Beneficios de los gemidos para el cuerpo y la mente
Uno de los principales y más notables beneficios de los gemidos es que mejoran la comunicación entre las personas que mantienen relaciones sexuales, ya que ayudan a exteriorizar sus sentimientos y emociones sin necesidad de utilizar palabras. Esta reacción puede ser recibida de una forma muy positiva por la pareja sexual.
Por otro lado, gemir hace que el cuerpo se relaje en gran medida, lo que ayuda a que haya una mayor conexión con el placer. En el caso de las mujeres esto se comprueba por la conexión que existe entre la mandíbula y la zona de la pelvis, lo que supone que la relajación de una implica la de la otra.
También hay que tener en cuenta la importancia de la respiración, ya que contribuye a la circulación de la sangre, y en consecuencia a la excitación y al orgasmo. Gracias a esta pequeña hiperventilación que se produce cuando una persona gime, el cuerpo consigue relajarse y liberar tensión y estrés.
Además de todo esto, el factor psicológico también es importante, ya que los gemidos producen euforia y emoción, además de ayudar a excitar a la otra persona. Contribuyen a crear intimidad y reforzar la autoestima de la pareja.
A pesar de todos los beneficios señalados de esta reacción, los hombres son menos proclives a gemir. Aunque el 82% de las mujeres aseguran que los gemidos por parte de su pareja aumentan su excitación, solo el 65% de los hombres son conscientes de ello. Un estudio realizado por Arcwave señaló que no es que los hombres giman menos por miedo a ser escuchados, sino que entre los motivos principales se encuentran el miedo a sentirse cohibidos y el percibir esta práctica como embarazosa o incómoda.
