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Pippi Langstrump nos enseñó sobre feminismo mucho más de lo que pensamos

Mientras las princesas Disney nos enseñaban a depender de los hombres, Pippi nos enseñó a ser independientes.

Muchas de las que ahora somos mujeres, crecimos en su momento viendo como un ideal a seguir a las princesas de Disney. Aspirábamos a que un beso de amor verdadero nos despertara, a que nuestro príncipe nos encontrara y nos rescatara de cualquier dragón o bruja malvada, a dejarlo todo de lado para encontrar nuestro amor, con mayúsculas. Además, creíamos que nuestra valía dependía de lo fina que tuviéramos la cintura y de lo largo que fuera nuestro pelo, así como de lo atractivas que resultáramos a los hombres. Porque nos enseñaron que todos estos valores son los que de verdad debían importarnos.

Nuestra finalidad en la vida debía ser encontrar a un hombre con el que pasar nuestros días, con el que escondernos en nuestro castillo, al que someternos. ¡Pero todo era por una buena causa! Y es que solo el amor nos podría hacer felices. Porque sí, Bella leía... Pero solo porque Bestia tenía una biblioteca enorme preparada para ella. Las aspiraciones de las princesas acababan donde empezaban sus obligaciones como esposas, amas de casa (no siempre; en ocasiones, las princesas tenían sirvientas, siempre mujeres, que se encargaban de todo eso) o madres. ¿Qué más podía pedir una mujer?

Pippi solo quería ser feliz
"Pippi solo quería ser feliz"

En ese momento, nada. Interiorizamos todos esos roles de género, haciéndolos nuestros, convirtiéndolos en las bases de nuestra vida... Hasta que conocimos a personajes tan importantes y diferentes como Pippi Langstrump, o Pippi Calzaslargas. Pippi, una joven independiente, feliz, pizpireta, rodeada de animales y cuya preocupación por su apariencia física era nula. ¡Una niña feliz! Su felicidad no era solo interior, sino también exterior; y es que su ropa le servía precisamente para mostrar toda esta vitalidad, estas ganas de vivir y de ser libre. ¿Qué más daba que los colores no combinaran, o que su cintura no se marcara? ¡Quería ser feliz! ¡Sin más!

Trenzas a favor del feminismo

María Castejón, Doctora en Historia especializada en representaciones de género en el mundo audiovisual ha anlizado en Código Nuevo la figura de Pippi Langstrum, y lo importante que esta fue para muchas de las niñas que crecieron viendo su serie. "Era un personaje muy macarra, muy punki, que se salía del estereotipo de niña buena", ha explicado. Teniendo en cuenta que este estereotipo es lo que ha amarrado (literalmente) a muchas jóvenes, lo que ha hecho que repriman sus instintos más naturales y las ha convertido en "sumisas" por obligación, romperlo es una buena noticia. Es una especie de inspiración para todas aquellas que se preguntaban por qué tenían que llevar vestidos cuando era más cómodo correr con pantalones, por qué tenían que pensar en compartir su vida con hombres cuando los caballos (o los gatos, o los perros) les gustaban mucho más. 

Pippi y el señor Nilson marcaron un antes y un después en la vida de muchas niñas, demostrándoles que se puede vivir sin depender de lo que los hombres piensen de nosotras. A Pippi le daba igual gustarle o no a los demás; es más, desafiaba constantemente la aprobación de todo su entorno. Vivía sin tutores a su cargo, sin ningún adulto responsable, y aún así sabía apañárselas perfectamente. Esto es un poco (bastante) utópico, pero nos muestra una situación que puede llegar a ser real: la de una niña que no tiene más remedio que hacerse fuerte ante las adversidades de la vida, y que lo hace de la mejor forma que sabe.

¡Fuera estereotipos de género!
"¡Fuera estereotipos de género!"

Pocos saben que fue la escritora sueca Astrid Lindgren la que dio vida a Pippi Langstrum. Fue Lindgren (quizás sin saberlo) la que nos dio un importante icono feminista en nuestros primeros años de vida, la que nos enseñó que la independencia no es negativa, sino todo lo contrario. Mientras Blancanieves se perdía sola en el bosque, y buscaba rápidamente a siete hombrecillos que la ayudaran a sobrevivir, Pippi se alimentaba a sí misma y a todos sus compañeros de hogar. No iba a clase, porque prefería ser libre, mas eso no la hacía menos inteligente. Pippi no sabía matemáticas complejas, pero tampoco las necesitaba; tampoco sabía cómo comportarse en situaciones elegantes, ni sabía cómo conseguir que un príncipe azul se enamorara de su dulce inocencia. ¡Pero es que esto tampoco lo necesitaba!

Ella era la protagonista de su propia vida, era la prueba clave de que el principio de la Pitufina es tan absurdo como innecesario (e incluso tóxico) en nuestra ficción. No solo eso, sino que también se encargó de romper absolutamente todos los estereotipos de género, empezando por el que señala que las mujeres deben ser dulces, delicadas y elegantes, y terminando por el que nos empuja a creer que debemos comer de forma remilgada para que los hombres nos vean como algo etéreo. A Pippi le daba exactamente igual lo que pensaran de ella, le daba igual si la veían atractiva o si le gustaba a los demás. "Soy la niña más fuerte del mundo", presumía ella. No decía "soy la más bonita" o "soy la princesa más dulce", no. Ella quería ser fuerte, capaz, valiente y aventurera.

Pippi es una chica del siglo XXI

No le importaba la aprobación de los demás
"No le importaba la aprobación de los demás"

Pese a que Pippi Langstrum fue creada en 1974 (como personaje de serie; en la escritura llevaba ya un tiempo), lo cierto es que es una niña que, incluso ahora, parece adelantada a su tiempo. Pippi rompe con todo lo que consideramos "apropiado" socialmente hablando para una chica: no pide permiso, no pide perdón y, sobre todo, no se somete a los marcados estereotipos de género que tanto daño nos han hecho.

Pippi fue un referente, y continúa siéndolo. Como bien explica Castejón, "las ficciones influyen mucho en los niños, se nutren de la realidad, pero también tienen la capacidad de transformarla". Es por eso que es importante que sepamos qué productos consumen los más pequeños, que los analicemos desde una perspectiva crítica y comprendamos que es fundamental que tengan referentes como Pippi, y no como Ariel. No queremos una sirena que se desprenda de sus piernas por conseguir el amor de un hombre, sino una chica con trenzas que se preocupe únicamente por divertirse, ser independiente y valerse por sí misma.

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