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Política

Marivent, Brégançon... las polémicas vacaciones de lujo de nuestros líderes, a debate

La renovación del Fuerte de Bregançon que ha impulsado el presidente francés ha generado un fuerte revuelo en el país galo.

La polémica ha sacudido Francia. La decisión de Emmanuel Macron de situar su residencia de verano en el Fort de Bregaçon no ha gustado a nadie e incluso ha despertado el morbo de la audiencia con visitas inesperadas de drones incluidas.

El complejo en el que se sitúa Macron no es baladí. Constituido como fortaleza durante la Edad Media, la actual construcción data del siglo XVI y regresó a manos del Estado (tras un breve período en manos privadas) en 1963.

Desde entonces, ha ejercido como mera residencia ocasional de los presidentes, desde De Gaulle (que solo durmió una noche en sus instalaciones) hasta Hollande, pasando por Chirac o Miterrand.

El principal problema que entrañaba el edificio es, precisamente, su arquitectura. Planteado como un fuerte, algunos de los planes previos a su retorno al Estado pasaron por crear otro tipo de servicios como, por ejemplo, un hospital privado.

La nueva residencia de verano de Macron va a contar ahora con todo lujo de detalles
"La nueva residencia de verano de Macron va a contar ahora con todo lujo de detalles"

Ahora, Macron recula de sus antecesores y ha decidido convertir la construcción, enclavada en pleno Mediterráneo, en un refugio aislado de periodistas y curiosos. Un buen enclave del que huir del frío de París y recibir a los mandatarios extranjeros con total discrección y completo lujo de detalles.

Este tipo de residencias no son inéditas, pero han generado cierta controversia, sobre todo, por la construcción de una magnífica piscina resguardada de extraños a 40.000 euros. Todo, en plena era de recortes sociales.

El presidente se defiende y asegura que la mitad del dinero se financiará con la venta de productos derivados del fuerte: fotografías, recuerdos, guías turísticas, que se pondrán a la venta en Bormes-les-Mimosas (una localidad de 7.800 habitantes) y el pueblecito que se encuentra frente a la península de Brégançon.

Las fotografías del presidente, captadas a través de dron y que han provocado una fuerte polvareda dentro del Ejecutivo francés, también despertarán el interés de curiosos que quieran acudir hasta la zona. Podrán estar tranquilos: las visitas, cuando Macron no se encuentre disfrutando de las instalaciones, costarán entre uno y cuatro euros.

Una situación replicada en España

España no constituye una excepción. Alejado de un sistema presidencialista como el francés, el Jefe del Estado y el presidente del Gobierno mantienen vacaciones completamente separadas.

La Casa Real tiene asegurado el Palacio de Marivent. Se trata de una lujosa vivienda construida por el arquitecto Guillem Forteza Pinya en 1923 y rodeada por una serie de jardines que se pueden visitar cuando la Familia Real no se encuentra alojada en las instalaciones.

El Rey acostumbra a posar cada verano de forma pública antes de instalarse en el Palacio. Allí mantiene, además, su agenda diaria con recepciones públicas en las que también han participado, en ocasiones, los presidentes del Gobierno.

Por otro lado, la Casa Real también cuenta con el Palacio de la Almudaina, que este año ha sido elegido, de manera inédita, para realizar el famoso posado. Sin embargo, tradicionalmente, ha sido una residencia simbólica, tal y como sucede en Madrid con el palacio de Oriente y el de la Zarzuela.

La Familia Real se ha dejado fotografiar, en este caso, en el Palacio de la Almudaina
"La Familia Real se ha dejado fotografiar, en este caso, en el Palacio de la Almudaina"

En cuanto al presidente del Gobierno, este año viajará a la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, donde le esperará una barcaza con la que cruzar el Guadalquivir con destino al Parque Nacional de Doñana. Allí se instalará en el Palacio de las Marismillas, residencia propiedad del Estado y que ya han utilizado otros antecesores como Aznar, Zapatero o Rajoy.

Aunque, en el caso de los presidentes, hay ocasiones en las que eligen libremente sus destinos, que pagan de su propio bolsillo. Por ejemplo, el expresidente José María Aznar se instaló en Menorca en el verano de 2002 en la finca Binicalaf Nou, un complejo situado en el paraje natural de la costa sur de Maó y alquilado a una familia de nacionalidad norteamericana. También Rajoy no desaprovechó sus vacaciones para regresar a su tierra natal, Galicia, donde pudo ser fotografiado en diversas zonas.

Las vacaciones como arma de discusión política

Las polémicas vaciones de Macron han centrado el tablero político de este verano en Francia. Y no es el único caso. El veraneo de cada mandatario no deja de evidenciar su posición política, la debilidad de su discurso o, por qué no, su propia personalidad.

El caso más sonado en cuanto a popularidad, lo representa el expresidente de Uruguay, José Mujica. Su viaje a la localidad de Carmelo, un tradicional enclave turístico, se produjo en una residencia modesta y sin la presencia de ninguna comitiva de seguridad. Allí fue fotografiado charlando con los transeúntes, comiendo en la terraza de un bar y comprando lotería. Es decir, mostrando la vida de cualquier persona que viaja a la playa.

Las modestas vacaciones del expresidente uruguayo, José Mujica, dieron la vuelta al mundo
"Las modestas vacaciones del expresidente uruguayo, José Mujica, dieron la vuelta al mundo"

Las vacaciones también representan un arma arrojadiza y una vía muy utilizada para debilitar al rival político. Uno de los casos más sonados se produjo en 2015, cuando la -entonces- recién alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, viajó a una residencia en una exclusiva urbanización de Zahara de los Atunes: "Es una zona elitista que frecuentan numerosas personalidades de la izquierda", recordaba La Razón cuando se hacía eco de la noticia. La vivienda, que costaba 4.000 euros semanales, había sido compartida con otras cuatro personas.

Por último, también puede ser significativo el cambio que el actual presidente, Donald Trump, brindó a sus vacaciones. Rechazando la residencia oficial de Camp David, el magnate optó por instalarse en su lujoso complejo de Mar-a-Lago, en plena Florida, rodeado de palmeras y clima tropical que le aleja del frío de la residencia oficial. Todo un templo a la ostentación que refleja, con mayor fidelidad, su personalidad.

¿Y la imagen?

En política, además de ser algo, hay que parecerlo. Quizás, ese sea el problema de este tipo de noticias: nuestros representantes públicos parecen alejarse del pueblo que dicen representar. Sin embargo, no hay que olvidar que su proyección pública y las polémicas decisiones que adoptan desde sus cargos, derivan en unas necesidades de seguridad especiales. ¿Son correctas sus vacaciones?

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