Las relaciones sexuales entre parejas pueden estar abocadas a la extinción para el próximo año 2030. Un estudio realizado por el profesor David Spiegelhalter de la Universidad de Cambridge ha demostrado que las citas románticas han disminuido desde el año 1990.
La tecnología ha ido popularizándose y evolucionando mucho a lo largo de estas últimas décadas, tanto que hoy ya forma una parte fundamental de nuestro día a día y, lo queramos o no, esto afecta a la forma en que nos relacionamos entre nosotros, con el entorno y con nuestros seres queridos, ya sean amigos, familiares o, en lo que se centra el estudio, las parejas sentimentales.
Según revela la investigación de Spiegelhalter, el promedio de encuentros sexuales entre parejas era en 1990 de cinco al mes, una cifra que disminuyo a cuatro en el año 2000 y a tres en 2010.
El estudio busca relacionar estos dos fenómenos y descubrir la respuesta a la pregunta:
¿Cómo está afectando la tecnología a las relaciones sexuales entre pareja?
Experto en estadística, Sipegelhalter atibuye toda la responsabilidad del descenso de actividad sexual entre parejas al boom tecnológico que estamos viviendo, pues muchas veces en vez de quedar con nuestra pareja o salir con amigos y familiares, preferimos quedarnos en casa conectados a internet y las redes sociales o viendo capítulo tras capítulo de Netflix.
El papel de las series en este estudio
De hecho, el profesor indica que el factor determinante a la hora de disminuir los encuentros sexuales con la pareja son las series de televisión. Con el auge de las series que se está dando ahora, así como de las plataformas de visionado, es muy fácil engancharse a una serie después de otra, si no a la vez. Series con muchas temporadas y capítulos que preferimos ver antes que tener sexo.
La conclusión de este estudio es que si seguimos a este ritmo, las parejas, para el año 2030, ya no mantendran relaciones sexuales. La solución a este trágico final es fácil y consiste en disminuir el uso constante de la tecnología y dedicarle más tiempo a los momentos íntimos. Es decir, la clave es el equilibrio entre vida virtual y realidad.
