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Descubre a qué saben las nuevas bebidas de cannabis que dejarán al alcohol en segundo plano

El lanzamiento de este tipo de este tipo de bebidas está acumulando todo tipo de polémicas.

La legalización del cultivo de cáñamo en Estados Unidos y la regularización del consumo de marihuana en Canadá han dado vía libre a la industria del cannabis, que ahora pretende abrirse camino también en el mercado de las bebidas.

En un momento en el que la 'fiebre verde' se extiende sin freno por el continente americano, cada vez son más las empresas que deciden lanzar al mercado nuevas bebidas infusionadas con marihuana con la finalidad, incluso, de sustituir al alcohol como principal bebida de ocio.

Sin embargo, si este nuevo producto pretende hacerse con un hueco en el mercado, antes tiene que solucionar ciertos aspectos que parecen estar frenando su éxito. Y es que las bebidas cannábicas no estan funcionando, en absoluto, tal y como sus impulsores esperaban.

Porque, si hay un problema que reduce significativamente las ventas de las bebidas cannábicas, este es sin duda, su sabor. Los consumidores afirman que "saben mal" y añaden que una vez que entra en contacto con el paladar evoca aromas a "orina, corral o calcetines sudados". 

Con estos testimonios que recoge el reportaje de The Wall Street Journal, no resulta especialmente tentador probar estas nuevas bebidas, por mucho que sus creadores pretendan posicionarla como el aperitivo ideal en situaciones informales y festivas.

Las bebidas de cannabis no triunfan por su mal sabor
"Las bebidas de cannabis no triunfan por su mal sabor"

Una carrera de obstáculos

Pero, ¿cuál es el motivo de su mal sabor? La primera razón es la intensidad natural del aceite de cáñamo, uno de los ingredientes predilectos en las bebidas experimentales , que resulta demasiado intenso, amargo y grasiento. Por ello, la industria explora ahora, sin mucho éxito por el momento, nuevas maneras de camuflar su sabor.

Sin embargo, por desgracia, los problemas de las bebidas cannábicas no se reducen únicamente a su sabor, sino que su comercialización parece estar convirtiéndose en una auténtica carrera de obstáculos.

En primer lugar, el empleo de azúcar resulta prácticamente incompatible con lo que los consumidores jóvenes buscan hoy en día en una bebida (tenga o no cannabis). En segundo lugar, el producto peca de falta de discrección y ahuyenta al consumidor debido a sus colores brillantes que parecen anunciar a gritos que se trata de una bebida compuesta de marihuana. Por otro lado, sus efectos tampoco son los esperados, ya que los extractos de cannabis empleados en su elaboración no son solubles y el organismo no es capaz de metabolizarlos en sangre. En su lugar se digieren, y los efectos se vuelven aún más incontrolables.

Con todo en su contra, el negocio del cannabis tiene por delante el reto de conseguir una bebida ligera, agradable, sin azúcares y de efectos moderados, antes de que los jóvenes decidan apostar por completo por las bebidas cannábicas como alternativa de ocio al alcohol.

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