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Política

Ayuso frente a Casado: el futuro de la derecha ante la falta de liderazgo

La creciente popularidad de la madrileña debilitan aún más al cada vez más cuestionado líder del PP.

Ayuso frente a Casado: el futuro de la derecha ante la falta de liderazgo

Redacción

07 Agosto 2021 13:07

Pablo Casado tiene un serio problema de liderazgo, al cual se suma otro que, por estar fuera de su control, es mucho más grave: Isabel Díaz Ayuso. La lideresa madrileña no encuentra límite en su escalada de popularidad y apoyo, de ser la designada por Génova para competir por el poder en la Comunidad de Madrid, ha pasado a ser la mayor amenaza para la dirección popular.

Casado llegó a Génova en contra de la voluntad mayoritaria de los afiliados de base de su partido, los cuales decantaron la balanza hacia la hasta entonces número dos de Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría. Pero un pacto entre los contrincantes de la Abogada del Estado consiguió dar el poder al actual líder, el cual no ha conseguido despegar y se muestra rehén de las corrientes más conservadoras, cuando no reaccionarias, del Partido Popular. Tanto es su desapego de la realidad que ha entregado el liderazgo de la oposición a la madrileña, la cual ya no se anda con medias tintas y se siente autorizada para interpelar a Sánchez como si ella fuera la líder popular.

Así, y con el apoyo y ayuda y Miguel Ángel Rodríguez, Díaz Ayuso se siente como pez en el agua y consigue colocar sus mensajes como ni en los mejores sueños de Casado él podría hacerlo. Un líder instalado en el no, en la destrucción de todo lo que no entra en sus planes y, lo que es peor, rodeado de políticos que lejos de avisarle y corregir su errática estrategia, tan solo aplauden y asienten por miedo a represalias y perder el sillón.

Sin embargo, esto no pasa con Ayuso, a la cual no le tiembla el pulso cuando de retar a Génova se trata, sabedora ella del apoyo popular con que cuenta, pues no hay encuesta que pueda sobreponerse a la realidad: Casado pierde siempre que va a las urnas y Ayuso arrasa. Así, no es de extrañar que las bases del partido conservador empiecen a revolverse exigiendo cambios drásticos que, al final, tiene un trasfondo claro: si Casado no puede aportar más, ha de apartarse y dejar el campo expedito a Díaz Ayuso, nueva dama de hierro de la derecha patria y, como gusta decir a los suyos, digna sucesora de hiperliderazgo de Esperanza Aguirre.

¿A dónde va Casado?

Casado y Ayuso en Génova tras su victoria en las elecciones madrileñas
Casado y Ayuso en Génova tras su victoria en las elecciones madrileñas GTres

Con esta situación, ¿a dónde va Casado? Si a su falta de liderazgo añadimos que todos los indicadores van en su contra (porcentaje de vacunación, recepción de fondos europeos, previsiones de crecimiento económico, etc.) pareciese que los días del otrora líder de Nuevas Generaciones de Madrid están contados. Resistirá, qué duda cabe, al no tener proyección fuera del paraguas de la política, pero de no conseguir arrebatar el cetro a Sánchez, ya no tendrá más oportunidades; el que se quedará sin cetro será él.

En esta guerra fría que vive el partido conservador solo hay dos personas (y sus respectivos equipos y seguidores) enfrentadas, Casado y Ayuso. Los que no hace tanto fuesen buenos amigos ya no consiguen entenderse, ambos pelean por lo mismo y, a decir verdad, la ventaja de la madrileña es abismal. El líder popular puede respirar con falsa tranquilidad en los próximos meses, pues Sánchez no convocará elecciones y a Ayuso no le conviene este momento, antes tiene que responder ante los madrileños que, en masa, depositaron en el mes de mayo su confianza en ella.

El momento, tarde o temprano, llegará, y entonces es cuando se podrá vislumbrar con toda claridad las múltiples carencias de Casado, el cual, como el ídolo con los pies de barro, se verá obligado a renunciar, dando paso, ya sí, a Díaz Ayuso. Mientras todo esto suceda, la derecha española sigue en una deriva constante y al frente no hay marinero que pueda enderezar el rumbo de una nave que no puede navegar en aguas turbulentas. No así en Madrid, donde el votante y afiliado conservador siente que es el momento de una mujer y que, con ella al frente, están salvados. Si Casado tiene la inteligencia que se le presupone ha de arrimarse más a Ayuso y menos a Santiago Abascal, de lo contrario, uno y otro, sus dos oponentes naturales, terminaran por tallar el epitafio de una liderazgo que nació muerto.

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