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Así ha funcionado la Ley Rider seis meses después: "Glovo nos la ha jugado"

Hablamos con dos repartidores con experiencias muy distintas en los últimos meses tras la llegada de la nueva ley.

Así ha funcionado la Ley Rider seis meses después: "Glovo nos la ha jugado"

Aunque para algunos parezca que sucedió hace una eternidad, fue hace solo seis meses cuando se aprobó la controvertida Ley Rider o, más formalmente,'Ley de Plataformas Digitales. Fue uno de los grandes éxitos de Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno, una promesa que llevó hasta el final y que animó incluso a la Comisión Europea a tomar nota para futuras legislaciones.

La polémica previa a la nueva ley se resumía en la figura del "falso autónomo". Hasta entonces los riders eran autónomos que, en realidad, trabajaban en condiciones de asalariados; es decir, no solo no gozaban de los beneficios de ser un verdadero autónomo, sino que debían cumplir con las obligaciones que tiene un trabajador por cuenta ajena. Estaban sometidos a ciertos horarios y no podían elegir el precio de sus servicios, las dos condiciones básicas para ser considerado autónomo en España.

La ley logró cambiar las reglas del juego e impedía, en teoría, a las empresas de delivery contratar en esos términos a sus empleados. De aquella hubo tantas voces críticas como complacientes, pero... ¿Cómo ha funcionado la ley a efectos prácticos? ¿Qué consecuencias ha tenido después de este tiempo? Hablamos con dos riders con experiencias muy distintas seis meses después.

¿Cómo funcionan ahora las empresas de delivery tras la nueva ley?

En los últimos seis meses, el tablero del juego ha visto cambiar no solo sus reglas, sino también parte de sus fichas. Ya entonces, cuando se aprobó la Ley Rider, Deliveroo anunció que se retiraba del mercado español. Lo hizo con la excusa de que la nueva legislación impediría su desarrollo económico, aunque en realidad un año antes dejó de invertir en España y preparaba su despedida ante la enorme competencia de Uber Eats y Glovo, tal y como publicaba el pasado año iProUP.

Por su parte, Just Eat evitó siempre contar con flotas de repartidores a su merced. Por el contrario, contrataba a los riders a través de los servicios de Empresas de Trabajo Temporal. Así entró en la empresa Álvaro: "Estaba muy contento, porque había escuchado que las condiciones en este sector eran pésimas, pero al ser contratado con una ETT, al menos tenía más seguridad". El debate de la ley le pilló como asalariado en Just Eat, por lo que, en un principio, no le iba a afectar demasiado: "Siempre he aprobado la ley. He tenido compañeros muy puteados, pagando unas cuotas de autónomos imposibles. Yo era de los pocos privilegiados".

Rider repartiendo un pedido
Rider repartiendo un pedido Envato Elements

Desde hace unos meses, Just Eat trabaja con un modelo de negocio híbrido: aunque la gran mayoría de sus trabajadores provienen de distintas ETTs, como Álvaro, un pequeño porcentaje está contratado con condiciones laborales pactadas con Comisiones Obreras y UGT a finales del año 2021: cobran 8,5 euros la hora, lo doblan en festivos, tienen paga extra y cuentan con un complemento de nocturnidad. No obstante, el negocio de Just Eat siempre ha estado en el conocido como marketplace, donde ponen en contacto a clientes y restaurantes, y son estos los que se encargan a título propio del reparto.

La nueva ley hizo que las reglas cambiaran y el mercado también, así que la competencia empezó a ser más atractiva para Álvaro: "Cuando cambió la ley, en Just Eat tardaron unos meses en implementar los cambios y yo aproveché para irme a Glovo, también a través de una ETT. Aquí me permitían trabajar más horas, aunque hay cosas que mejorar, como que te pongan ellos la moto". Su caso es un caso de éxito, pues en solo unos meses, Glovo le ha ofrecido un contrato laboral directamente firmado con ellos: "Estoy muy contento, pero sé que he tenido suerte, porque muchos compañeros siguen igual de mal que antes. Yo soy la excepción que justifica la ley. Si se implantara de verdad, todos los trabajadores tendrían más protección, como yo". Por el momento, eso es solo una utopía.

No es Glovo todo lo que reluce

Y es que Glovo es la empresa que, quizá, mejor estrategia ha desplegado para continuar beneficiándose de su modelo de negocio rozando los límites de la legalidad: mantiene a la mayoría de sus empleados como autónomos, pero en teoría les deja elegir su horario y el precio que le ponen al servicio. En teoría, porque según Javier, que trabajaba antes en Deliveroo, el sistema está mucho más encorsetado: "Glovo aprovechó toda la movida de la desaparición de Deliveroo para captar a los riders que nos habíamos quedado en la calle, y nos la ha jugado. Nos dieron buenas tarifas durante un tiempo hasta que se aseguraron que nos quedábamos con ellos y ahí empezó el calvario", nos cuenta.

Según Javier, a finales de noviembre las cosas empezaron a cambiar y los porcentajes de pago y las disponibilidades de los pedidos comenzaron a descender: "El problema está en el invento del multiplicador", explica. El precio de los servicios de Glovo se calcula con un precio base que viene definido por la distancia realizada, el tiempo de espera y otros aspectos como si en el momento en que se realiza el pedido está lloviendo. A este se le aplica un multiplicador, que es una cifra definida por el propio repartidor, de manera que así es el rider quien "elige" el precio de su servicio (condición indispensable de todo autónomo). Pero la realidad es mucho más tramposa: "El multiplicador solo lo podemos modificar una vez al día y puede ir de 1.0 a 1.3. Pero la realidad es que si lo pones en más de 1.0 no recibes pedidos". Esto último se traduce al final en una "subasta a la baja", pues si no pones precios bajos, no puedes competir con tus compañeros: "Cuando lo pones a 1.0, te cae un pedido automáticamente".

El horario es otro de los conflictos a los que se enfrentan los trabajadores como Javier: "Antes de noviembre, tenías alta demanda desde la una del mediodía hasta las cuatro de la tarde, y de nuevo de siete a once de la noche. Hoy hay baja demanda hasta las ocho de la tarde, y no dura más de dos horas", se queja. Trabajar en estas condiciones, dice, es una batalla constante contra sus propios compañeros: "Siguen contratando a autónomos y nos amontonamos, y eso se traduce en menos pedidos disponibles. Los únicos días que hay más actividad son los fines de semana". En el último mes, además, la sensación de ahogo es mayor, pues cuenta Javier que han establecido una especie de régimen de incentivos: "De viernes a domingo, si conseguimos hacer 22 pedidos entre las 20 y las 23 horas, nos pagan un plus de 25 euros. Y con el apuro de llegar a los 22 pedidos, acabas aceptando envíos por 2 o 3 euros".

10.000 riders en paro

Álvaro y Javier son los nombres ficticios de dos trabajadores que no quieren desvelar su identidad. Sus historias, tan distintas, demuestran que los últimos cambios legislativos no han sido suficientes para proteger a los trabajadores del sector. Javier, por ejemplo, que vino desde Latinoamérica buscando mejores oportunidades, se plantea mudarse de Valencia a algún pueblo del norte con menos competencia: "Ni después de la ley he logrado un puesto de trabajo que me dé la tranquilidad de sentir que le estoy dando a mis hijos y a mi mujer el futuro que vinimos a buscar hace más de dos años", lamenta.

Algunos expertos afirman hoy que, aunque estos autónomos gocen de mayor flexibilidad con respecto a los contratos anteriores a la ley, siguen siendo falsos autónomos, pues entre ellos y las empresas de delivery sigue manteniéndose una "relación laboral": son sus aplicaciones las que permiten la organización del trabajo de los riders y esto, sin más, es suficiente para mantener el vínculo laboral entre ambos. Según estima la Asociación Profesional de Riders, en el año 2021 y como consecuencia de la nueva ley, se han perdido 10.000 puestos de trabajo. Sin embargo, 4.000 de ellos pertenecían a Deliveroo. Ahora toca preguntarnos bajo qué marco legal queremos que los riders continúen trabajando... ¿En uno donde primen sus beneficios económicos y su autonomía para decidir el horario de trabajo o en otro que garantice sus derechos laborales?

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