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Simpa de 18.000 euros: recorre media Europa en taxi y abandona al conductor en México

Tras casi una semana y más de 5.000 kilómetros, el cliente dejó tirado al taxista al otro lado del charco debiéndole una cuenta desorbitada.

Casi todo el mundo ha soñado alguna vez con hacer un verdadero "simpa" tras una cena o pedir unas cañas. Las expresiones en castellano son muy extensas y, probablemente, los angloparlantes se lleven más de un quebradero de cabeza al intentar descifrar qué significa aquello o lo otro. Sin embargo, en España todos saben lo que es "hacer un simpa". Y, al parecer, en otras zonas europeas también es muy común.

Esta expresión es utilizada para referirse a un acto muy habitual entre la clase política y empresarial. Hacer un simpa en impuestos, hacer un simpa en declarar negocios... Sin embargo, entre las clases populares, "hacer un simpa" se refiere más bien al hecho de "salir pitando", es decir, huir de un lugar antes de que llegue la cuenta de esa cena que llevas saboreando durante tu encuentro (por ejemplo).

Existen simpas muy básicos e incluso algunos de ellos se hacen de manera involuntaria. En esta última modalidad, se encuentran los que se alegran de su pérdida de memoria o de aquellos que, tras darse cuenta de su error, lo enmiendan. Hace unos meses se dio el caso de un hombre que envió por carta 20 euros a un bar tras percatarse de que había hecho "un simpa", sin quererlo.

Tras estas pequeñas pinceladas sobre lo que significa hacer un simpa (a lo grande, a lo básico, a lo político, a lo olvidadizo....) llega el simpa de todos los simpas: una persona que se dedicó a viajar por toda Europa, acabó en México con su conductor y le dejó debiendo más de 18.000 euros tras "evaporarse". Este taxista afectado ha presentado una denuncia en una comisaría alemana.

Recorrido del taxista: 18.000 kilómetros
"Recorrido del taxista: 18.000 kilómetros"

Media Europa en taxi

Todo comenzó el pasado 10 de octubre. Un señor se aventuró en el interior de un taxi en Montecarlo. Desde allí, se dispuso a llegar a Niza tras recorrer unos 21 kilómetros. Hasta aquí, nada parecía extraño: todo entraba dentro de lo considerado "normal" para el conductor. Sin embargo, tras este viaje, el cliente pidió seguir la aventura 1.200 kilómetros más hasta Bruselas, para lo que tendrían que atravesar Francia de extremo a extremo.

El taxista, en lugar de negarse a transportar a su misterioso cliente, continuó la travesía. Una vez instalados en Bruselas, el viaje no parecía tener fin. Desde la capital europea, se trasladaron a Londres cruzando por el Eurotúnel a través del canal de la Mancha. A este nuevo viaje se le añadirían 360 kilómetros. Desde la capital del país abocado al Brexit viajaron en el mismo taxi a Zilina (Eslovaquia), otros 1.675 kilómetros y pasando nuevamente por el Eurotúnel.

Suma y sigue: 1.113 kilómetros desde Eslovaquia a Bad Münstereife (Alemania). Tras este nuevo viaje, al conductor no le quedaba más remedio que continuar la aventura de su cliente. Un par de noches más tarde retornaron a Londres -y pasando por tercera vez el Eurotúnel- haciendo 600 kilómetros más. Parecía que el final de este alocado viaje de varios días de duración llegaría a su fin. El taxista le comunicó a su cliente que la factura era abultada, pero consecuente con el recorrido que habían realizado: 18.000 euros a desembolsar.

El taxista se recorrió Eruopa y llegó hasta México con su cliente
"El taxista se recorrió Eruopa y llegó hasta México con su cliente"

Un giro de guión estaba a punto de suceder: el cliente le informó al chófer que no disponía de "dinero suelto", pero que tenía todos sus ahorros en un banco de México. Sí, el país latinoamericano. Por tanto, le propuso viajar juntos a Cancún para poder pagar todos los viajes realizados. Al taxita no le quedó otra que ceder: 18.000 euros estaban en juego. Tras este viaje en avión desde Londres hasta el país mexicano, el hombre se esfumó, se vaporizó, se teletransportó de alguna forma. En definitiva: desapareció.

El taxista, ¿increíblemente? anonadado, no tuvo más remedio que llamar a su esposa para que le pagara un viaje de vuelta. Otros 10.200 kilómetros para regresar desde Cancún a Viena. El viaje no iba a ser menos tedioso: el vuelo pasaba por Toronto, Islandia y Londres. Una vez en su ciudad de residencia, el conductor decidió dirigirse a una comisaría para denunciar los hechos. Sospechando que el cliente podía ser de Euskirchen (Alemania), allí fue donde presentó la demanda. Hay que ser muy ingenuo (taxista) o tener un gran poder de convicción (cliente) para montarse a un avión creyendo que, efectivamente, saldaría las deudas miles de kilómetros alejados del punto de origen. 

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