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La historia detrás del icono de Rosie la Remachadora no es tan feminista como piensas

Considerado un icono feminista, el póster de Rosie la Remachadora tiene detrás una historia que se aleja de la concepción que tenemos de él.

Hace unos días la escritora Gloria Fortún revolucionó twitter con un hilo que no ha parado de crecer. El hilo en cuestión trata sobre el origen del famoso icono feminista Rosie la Remachadora (Rosie the Riveter).

Es una imagen inconfundible que todo el mundo conoce o ha visto alguna vez, un referente en la cultura pop a partir de la que se han creado y vendido gran variedad de productos como camisetas, bolsas o pósters. Además, no solo se ha utilizado a Rosie en merchandasing, también ha aparecido en televisión y cine y su famoso gesto ha sido recreado por varias artistas como Beyoncé y Pink.

Desde su creación en 1942, la famosa ilustración de la mujer obrera flexionando el brazo con la manga arremangada y el pañuelo de lunares anunciando: We can do it! Se ha convertido en un verdadero icono feminista al que muchos le atribuyen la lucha de la mujer por el trabajo y la reivindicación de su empoderamiento económico.

Cartel Rosie la Remachadora
"Cartel Rosie la Remachadora"

Ahora replicamos esa imagen sin saber exactamente de dónde surge, la hemos convertido en un producto y hemos acabado otorgándole un sentido que en sus inicios no tenía.

En su hilo, Gloria Fortún nos explica por qué, en su opinión, Rosie the Riveter no es el mejor icono feminista. Parte de la base de que la imagen la realizó J.H. Miller durante la Segunda Guerra Mundial.

La verdad sobre Rosie

Su función era animar a las mujeres a que ocuparan los puestos de trabajo que los hombres, al irse a la guerra, habían dejado vacantes. Fue una campaña publicitaria realizada por varios medios y el resultado fue muy positivo, ya que en cuatro años, de 1940 a 1944, el número de mujeres trabajando fuera de casa aumentó un 57%.

Aunque esta campaña, lo que pretendía, no era animar a las mujeres a emanciparse o realizarse profesionalmente, lo que quería era hacer crecer en ellas el deber patriótico y conyugal, incitarlas a apoyar a sus maridos que tanto hacían por su país luchando en el frente.

No tenían las mismas condiciones de trabajo de las que sus maridos habían disfrutado previamente, sus sueldos eran mucho más bajos (según la Enciclopedia de Historia Económica Americana cobraban 31,21$ a la semana, mientras que el salario de los hombres era de 54,65$) y sus condiciones laborales peores, algo a lo que respondieron con huelgas protestando por la desigualdad. Además, todo esto solo se aplicaba a las mujeres blancas, ya que aquellas racializadas sufrían condiciones mucho peores.

La situación de Rosie tras la guerra

Al finalizar la guerra, los soldados volvieron a sus casas y la misma Rosie fue usada en otra campaña para instar a las mujeres a que regresasen a su vida anterior al trabajo, ya fuese como amas de casa o realizando sencillas tareas en oficinas. Querían dejarles claro que el trabajo que habían realizado era transitorio, ya no hacían falta, molestaban, debían dejar sus puestos a soldados desmovilizados. Buscaban restablecer el orden así que las felicitaron y las mandaron para casa con un:

Nunca pensamos que serías capaz de hacer el trabajo de un hombre
Cartel final de la guerra
"Cartel final de la guerra"

Fortún comenta que está de acuerdo con la reapropiación de la opresión, haciendo referencia al uso que se le está dando hoy en día al icono de Rosie the Riveter, pero que  aún así los carteles le dan cierta angustia: 

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