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Estados Unidos, primera potencia mundial, con la esperanza de vida por debajo de Europa: ¿Qué sucede en el país norteamericano?

La falta de asistencia sanitaria generalizada y las enormes brechas entre ricos y pobres afectan a la salud de la población en general.

Estados Unidos, primera potencia mundial, con la esperanza de vida por debajo de Europa: ¿Qué sucede en el país norteamericano?

Estados Unidos sigue siendo la primera potencia mundial, a pesar de otras amenazas como China (22.675 mil millones de dólares de PIB en el país norteamericano frente a 16.642 mil millones del país asiático), pero su riqueza no se traduce en un bienestar generalizado para su población.

La esperanza de vida, un indicador sobre el bienestar de la población básico, indica que Estados Unidos nunca ha superado los 79 años y se estanca en 78,9 años de edad desde el año 2012. El dato contrasta con otros países con menor renta y presencia internacional como Chile (80,2) España (83,6), Japón (84,6), Francia (82,7) o Suecia (82,8).

Hay datos, además, que pueden resultar más sorprendentes. Por ejemplo, en comparación con Europa, los bebés estadounidenses tienen más probabilidades de morir antes de los 5 años, sus adolescentes también aumentan ese riesgo antes de los 20 y los adultos de EE.UU. tienen un mayor riesgo de mortalidad antes de los 65 años.

Los datos son de 2015, por lo que no influye la pandemia del coronavirus. También, el uso generalizado de las armas parece demasiado simple para explicar de manera generalizada una diferencia tan palpable entre la riqueza que mantiene Estados Unidos y su incapacidad para garantizar la longevidad de sus ciudadanos, algo básico en cualquier sociedad.

También hay otros apuntes que podrían influir a priori, como el mayor número de accidentes de tráfico derivados de un uso más intensivo del vehículo privado que el realizado en otros países. Además, aumentan las muertes por enfermedades infecciosas o complicaciones en el embarazo.

Pero, ¿qué hay detrás de todos estos datos? Hannes Schwandt, profesor de la Universidad de Northwestern, es coautor de un estudio que ha recopilado datos sobre la esperanza de vida de los estadounidenses por origen étnico y por ingresos a nivel de cada condado. Al compararlos con los países europeos, su equipo hizo tres hallazgos importantes.

Datos a tener en cuenta

1 Situación de las personas con menos recursos

Entre los factores que indican en su artículo, el primero es demoledor: las tasas de mortalidad en Europa son sorprendentemente similares entre las comunidades ricas y pobres. Con ello, los residentes de las zonas más pobres de Francia viven tanto como la gente de las zonas ricas situadas en los alrededores de París. Los autores del estudio destacan que las mejoras en la salud se han difundido hacia todas las comunidades y este factor, en definitiva, ha influido en la esperanza de vida en general.

Este factor no influye en Estados Unidos, uno de los países con las tasas de desigualdad más altas de la Organización para la Cooperación y Desarrrollo Económicos (OCDE), que hace más probable una atención sanitaria deficiente y, por tanto, mayor riesgo de mortalidad. Por ello, los bebés de los condados más pobres tienen mayor riesgo de muerte (los adolescentes negros de las zonas más pobres de EE.UU. tienen el doble de probabilidades de morir antes de cumplir 20 años que en las zonas ricas).

Esto no sucede, sin embargo, en Europa, donde la tasa de muerte entre zonas ricas y pobres se reparte de forma prácticamente igual: 12 muertes por cada 100.000. En Estados Unidos, el hecho de ser pobre implica otros factores que en Europa no siempre se contemplan y que están afectando a su esperanza de vida.

2 Calidad de la asistencia sanitaria

La pobreza es un factor importante en Estados Unidos, pero ser rico no garantiza siempre una esperanza de vida superior al resto de países con mayor esperanza de vida que en esta nación norteamericana. Allí suele expandirse la idea de que, al extender los servicios a toda la población, se genera una asistencia precaria porque se busca llegar al máximo de personas.

Los datos desmienten: el 5% de estadounidenses blancos más ricos de los condados más afortunados todavía mueren antes que los europeos situados en áreas de nivel similar. La esperanza de vida de la comunidad afroamericana incluso se acorta más. Este hecho habla muy negativamente sobre el funcionamiento del sistema sanitario estadounidense, que ni siquiera es capaz de superar al europeo en los tramos más aventajados en esperanza de vida.

3 Pedagogía y decisiones políticas

El tercer peldaño de la longevidad se sitúa en la pedagogía y el debate público. ¿Por qué no se debate sobre los motivos de la diferencia de esperanza de vida con los europeos? ¿Por qué no se aplica una mejora inmediata en el sistema sanitario?

Los investigadores han mostrado la eficacia que entraña en la reducción de la mortalidad las mejoras en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. "Los nuevos medicamentos y terapias para el colesterol alto, la presión arterial alta y varios cánceres tratables agregan años e incluso décadas a las vidas de millones de estadounidenses de todas las etnias", destaca el periodista Derek Thompson en The Atlantic.

Todo ello se suma a decisiones políticas. Por ejemplo, cómo influyó la expansión del plan Medicaid en 1990 para cubrir a mujeres embarazadas y niños, un hecho que quizás mejoró el acceso de las personas negras a tratamientos médicos.

Entre otras medidas, destaca la expansión del crédito tributario por ingresos del trabajo y otras ayudas financieras, que gradualmente han reducido la pobreza. También la reducción de la contaminación del aire (las personas negras en Estados Unidos se han visto más afectadas porque suelen vivir en áreas con peor calidad del aire). La reducción de más del 70% de emisión de gases contaminantes desde 1970, según la Environmental Protection Agency (EPA) ha contribuido, probablemente, a reducir la brecha de esperanza de vida entre negros y blancos.

Esa brecha también se ha reducido por el aumento de los suicidios, que afectan a estadounidenses blancos y un descenso de los homicidios, que afectaban especialmente a la comunidad negra. Sin embargo, el reciente aumento de estos últimos, junto a la pandemia del coronavirus, volverá a reducir la esperanza de vida de las personas negras. Con todo, los bebés negros de condados pobres tienen hasta tres veces más probabilidad de morir antes de los 5 años que los bebés blancos.

Con todo ello, hay factores a tener en cuenta: los resultados superiores en países europeos que mantienen menor pobreza intensificada y un seguro universal, la igualdad en la esperanza de vida entre ricos y pobres, así como la disminución de la brecha de esperanza de vida entre blancos y negros; junto con una mayor protección de seguros y gasto en pobreza hacen que la esperanza de vida, al final, tenga una interconexión interclasista más allá de lo que se podía pensar en un primer momento.

4 Seguros y planes de pensiones privados: la jubilación difiere a ambos lados del Atlántico

Por último, cabe otro punto dentro de la esperanza de vida y la calidad que disfrutamos en nuestros últimos años. Los ineficientes planes privados de ahorro y aumento del coste de la sanidad en Estados Unidos ha perjudicado la jubilación de muchos trabajadores. De hecho, la población que trabaja después de los 65 años supera el 20% frente al 5,33% de media de la UE y el 1,93% de España.

Estados Unidos tiene un sistema público de pensiones muy ineficiente, al que se puede acceder a partir de los 62 años, aunque realmente la mayoría se acoge a partir de los 67 para cobrar el máximo, ya que solo cubre una parte del nivel de vida del país.

Los jubilados de Estados Unidos tienen que mantener el 80% de los ingresos para no empobrecerse. Por ello, los trabajadores tienen que compensar esto con planes de pensiones, fomentados desde las propias empresas para complementar las pensiones de jubilación. En España, por el contrario, contamos con cinco principios en el sistema, entre los cuales está el de 'suficiencia de prestaciones', que garantiza que "la cuantía debe ser suficiente para asegurar todas las prestaciones protegidas". Además, se costean por cotizaciones mediante unen fondo com con aportaciones de todos los trabajadores.

Volviendo al sistema estadounidense, no es fácil llegar a ese 80% que hemos mencionado. Los trabajadores que cobran menos de 40.000 dólares al año, que son la media, no ahorran lo suficiente. Los trabajadores con sueldos entre 40.000 y 150.000 dólares de sueldo pueden ahorrar 60.000 dólares, con lo que no llegan al 80% de ingresos cuando están trabajando. Los empleados con mayores salarios, por encima de 150.000 dólares, no tienen la capacidad de ahorro óptimo, que realmente se alcanza cuando se empiezan a cobrar los 200.000 dólares.

Todo ello se suma a que el sistema es inviable y los propios cálculos fijan que será insostenible a partir de 2035 por el envejecimiento de la población. Hay una gran infrafinanciación en el sistema, mientras que los grandes perjudicados son los miembros de la clase media.

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