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Dorothea Puente: la brutal asesina en serie que escondía los cuerpos de sus víctimas en su jardín

Dorothea Puente administraba una pensión para ancianos y enfermos en la que hallaron hasta siete cuerpos en el jardín.

Dorothea Puente: la brutal asesina en serie que escondía los cuerpos de sus víctimas en su jardín

Redacción

05 Marzo 2022 19:16

'La casa de la muerte'. Así se dio a conocer a la vivienda de Dorothea Puente, una mujer de 59 años que asesinó a nueve personas para, después, enterrarlas en el jardín de su casa. Durante seis años, se dedicó a engañar a los miembros de la familia de los huéspedes de su casa, a los trabajadores sociales que hacían su seguimiento y hasta a los investigadores que llevaban el caso.

Dorothea Helen Grey nació el 9 de enero de 1929 en Redlands, Estados Unidos. Era la sexta hija de siete en una familia humilde encarga de la recolección del algodón. Fue criada por sus hermanos mayores debido a la difícil situación que atravesaba su familia.

Posteriormente se mudaron a San Dimas, en California y allí Dorothea empezó a inventarse historias sobre su vida que contaba al resto. Relatos que crecerían con el paso de los años hasta que empezaron a transformarse en mentiras patológicas.

Dorothea ingresó en una escuela donde vieron que su entorno familiar no era el correcto, por lo que finalmente los niños fueron llevados a un orfanato estatal. La madre murió meses después en un accidente de tránsito, por lo que los hijos quedaron huérfanos.

En este entorno, la niña empezó a ser víctima de abusos sexuales y estuvo en distintos hogares de acogida con parientes sexuales. Finalmente, terminó ejerciendo como trabajadora sexual y se inventó una nueva vida a base de mentiras.

Dorothea se casó por primera vez a los 16 años con un soldado llamado Fred Mccall en Nevada y firmó su acta de matrimonio con su primer nombre falso: Shell Arise, en una relación en la que cultivó todo tipo de mentiras.

La pareja tuvo dos hijas, una de ellas enviada con la madre de Fred y otra dada en adopción, ya que Dorothea no quería hacerse cargo de tal responsabilidad. Fue hasta 1948 cuando dieron por terminada la relación, algo que causó tanta repulsión en ella que dijo a su entonaron que su expareja había muerto días atrás.

Desde entonces, comenzó a vivir problemas con la Justicia. Empezó a utilizar cheques falsos para comprar ropa, lo que derivó en su primer arresto, del que resultó libre por ser un delito menor. Su segundo nombre, Tella Sin Wa Lane, vino al mismo tiempo que su segundo marido, el marino sueco Axel Johanssen, al que dijo que era musulmana de ascendencia egipcia.

En 1960 fue nuevamente detenida, cuando el propietario de la cada donde dirigía un prostíbulo denunció ante la policía el tráfico de personas. Con sus habilidades en las mentiras, Puente logró rebajar su condena a 90 días en una cárcel del condado. Axel la internó en un psiquiátrico yac cuando fue dada de alta, ella se divorció. Poco después, se casó con Roberto Puente, 19 años más joven que ella, y del que tomó su apellido en Ciudad de México, pero se divorciaron dos años después.

Comienza la casa de la muerte

La casa en la que perpetró sus crímenes
La casa en la que perpetró sus crímenes Captura | Google Maps

Con un dinero recibido del Gobierno, Dorothea abrió la pensión Los Samaritanos, para acoger a ancianos, enfermos y alcohólicos de Estados Unidos. Tenía tres plantas y 16 habitaciones. Pero era una estafa: todos los residentes tenían que firmar cheques de asistencia a nombre de ella. Además, estafaba de todo tipo de formas a las personas que buscaban ayuda en situación de vulnerabilidad.

Después de varias denuncias, fue acusada de 34 delitos de fraude y, tras dos años y medio de condena, fue puesta en libertad condicional. A partir de entonces, empezó a relacionarse con trabajadores sociales, con el fin de que estuvieran cerca de ella.

Los asesinatos comenzaron en 1982, con Ruth Monroe, una amiga de Dorothea, que falleció en abril por una sobredosis de codeína y paracetamol. El estado de salud de la víctima empezó a deteriorarse a la semana de llegar a la pensión, ya que su cuidadora le daba té de menta con dicha medicación.

Este caso fue tratado como un suicidio por parte de la policía, ya que Ruth padecía depresión por la enfermedad terminal de su marido y Dorothea, durante el juicio, se mostró como una fiel cuidadora.

Después de Ruth, llegó Dorothy Miller, de 64 años. La excusa, en este caso, fue una sobredosis de alcohol. De ahí siguieron Benjamin Fink, de 55 años, por la misma razón y Betty Palmer, de 78 años. Todos estos cuerpos fueron encontrados en el jardín de la mujer junto con Leona Carpenter, James Gallop y Vera Faye Martin.

Dorothea Puente, durante el juicio
Dorothea Puente, durante el juicio Captura

No fue hasta 1988 cuando los vecinos del lugar empezaron a alertar sobre el olor que desprendía el complejo. La mujer justificaba todo en el olor de las cañerías. La mañana del 11 de noviembre, el detective John Cabrera y otros policías inspeccionaron la pensión. En el interior no encontraron nada, pero fuera vieron que la tierra estaba removida, cavaron y encontraron los cadáveres.

Uno de los policías dijo al diario estadounidense The New York Post que había encontrado "trozos de tela, cáscaras de huevo y piezas de cuero que parecían carne deshidratada". "Pude ver a Dorothea mirándonos por la ventana, arriba", señaló. Finalmente, fue juzgada y condenada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

Según reportó Los Ángeles Times, los fiscales dijeron que Puente era una de las asesinas en serie "más frías y calculadoras" que se habían visto en el país. En la cárcel, lugar donde había estado más de cinco veces, la anciana murió en 2011 por causas naturales.

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