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¿Cómo es la vida del 'Asesino de la Baraja'? En 10 años quedará en libertad

Alfredo Galán Sotillo, conocido como 'el Asesino de la Baraja', asesinó a sangre fía en 2003 a seis personas, las cuales escogió al azar.

¿Cómo es la vida del 'Asesino de la Baraja'? En 10 años quedará en libertad

Alfredo Galán, conocido como 'El Asesino de la Baraja' atemorizó en el año 2003 a los madrileños. El hombre dejó la cifra de seis asesinatos en los seis primeros meses del año, mientras que otras tres personas pudieron escapar y tener un desenlace distinto.El asesino mataba a sangre fría, al azar y con una seña de identidad que le definiría: dejaba un naipe en cada una de las escenas. De ahí su apodo.

Tras muchas investigaciones, la Policía detuvo a un hombre en Alcalá de Henares, Francisco Javier Antuñano. Pero él no era 'El asesino de la Baraja'. El 3 de julio de ese año, Alfredo Galán se entregó en la Comisaría de Puertollano, su ciudad natal.  El hombre fue condenado a 142 años de prisión, pero en menos de 10 estará pisando la calle.

Seis víctimas, que pudieron ser nueve

La primera víctima de Alfredo Galán fue Juan Carlos Martín Estacio. El joven, de 18 años, esperaba al autobús cerca del pueblo de Barajas y murió debido a la herida de bala que le alcanzó la nuca. Alfredo lo eligió al azar. Los investigadores sospechaban que se trataba de un ajuste de cuentas, el escenario y la forma de asesinar coincidían con los utilizados por los vándalos. Pero, una vez que se encontró un naipe en el lugar de los hechos, esta posibilidad se desvaneció. Los agentes y los medios de comunicación no entendían nada.

La seña de identidad de 'El Asesino de la Baraja' era colocar un naipe junto a sus víctimas
"La seña de identidad de 'El Asesino de la Baraja' era colocar un naipe junto a sus víctimas"

Los investigadores estaban confusos. Todo les recordaba al Crimen del Rol, pero su asesino llevaba años encarcelado. Javier Rosado, cabecilla e inductor del crimen, había creado un juego llamado RazasConvenció a su amigo Félix Martínez para salir a buscar a alguien a quien asesinar antes de las cuatro y media de la madrugada. Su víctima fue Carlos Moreno, un hombre de 52 años, que acababa de salir de trabajar en una empresa de limpieza. Al igual que Juan Carlos, esperaba solo en mitad de la noche a un autobús que le llevara a casa. Los escenarios coincidían, las características de ambos hombres eran parecidas y todo apuntaba a que alguien estaba simulando el crimen de Rosado.

No había pasado ni 24 horas cuando Alfredo se dirigió a Alcalá de Henares. Allí, decide entrar armado al Bar Rojas. El establecimiento estaba regentado por Teresa Sánchez García y, ese día, le acompañaba su hijo Mikel. Además, junto a ellos se encontraba Juana Dolores, una vecina, que estaba hablando por teléfono. Muy decidido, Alfredo apuntó al menor y sin dudar le disparó. Su madre, Teresa, intentó refugiarse detrás de la barra, pero Alfredo logró dar con ella y le disparó en la espalda, dejándola ahí, convencido de que está moriría desangrada, pero sobrevivió. Alfredo se fue y esta vez sin dejar ningún naipe.

Los agentes no fueron capaces de relacionar los dos crímenes. No podían imaginar que la misma persona había asesinado en tan corto espacio de tiempo. Además esta vez el asesino no había dejado su seña y los perfiles de las víctimas no encajaban.

Alfredo siguió su racha imparable. Al día siguiente se dirigió hasta la localidad de Tres Cantos, situado en el norte de Madrid. Allí se encontró con Eduardo Salas y Anahid Castillo, quienes estaban hablando tranquilamente en la calle. Alfredo disparó al joven ecuatoriano, que cayó redondo al suelo en el acto. Su pareja corrió mejor suerte. Galán huyó, pero antes dejó un dos de copas en el suelo.

Un asesinato que se sumó más a la lista fue el del conserje Ledesma, al que había matado en presencia de su hijo de dos años. Galán entró en el portal  de una céntrica calle de Madrid, donde se encontraba el joven con su hijo. Alfredo obligó al hombre a ponerse de rodillas y le disparó. La víctima cayó y él huyó, dejando al pequeño llorando desconsolado. Fuesu mujer quien encontró el cuerpo minutos después. 

Los investigadores tuvieron claro el elemento en común de todos los asesinatos, más allá del naipe: una pistola Tókarev modelo 7,62. El arma, de fabricación soviética, probablemente en Rusia, había sido la encargada de acabar con la vida de Juan Carlos, Mikel, Juana Dolores y Eduardo. La pistola era muy difícil de conseguir fuera de este país y los agentes tenían claro que se podía haber introducido en España de dos maneras. La primera idea que barajaban era que alguien, relacionado con las misiones militares, fuera el dueño del arma. La segunda, hacía referencia a que el propietario podía ser de Rusia u otros países cercanos. Nada más lejos de la realidad.

El 18 de marzo, tan solo un mes después, Alfredo volvió a asesinar. Esta vez, de noche, se encuentra con dos personas en un camino de tierra en Arganda del Rey. Se trataba de dos trabajadores rumanos que volvían de su puesto de trabajo. El hombre recibió un disparo en la cabeza, mientras que su mujer, otros dos a la altura del pecho. La pareja tenía un hijo de seis años y residían en un barrio humilde de la localidad. Alfredo antes de marcharse de la escena del crimen, depositó dos cartas: un tres y un cuatro de copas. Su seña de identidad.

El asesino se entregó

Alfredo Galán Sotillo se entregó a la policía
"Alfredo Galán Sotillo se entregó a la policía"

El 22 de mayo de 2003 la policía detuvo a Francisco Javier Antuñano. El hombre residía en Alcalá de Henares, era portero de discoteca, con una marcada ideología y calificado, en ciertas ocasiones, de xenófobo. Además, había servido al país como militar. Todo encajaba en el perfil del asesino. Además, la dueña del Bar Rojas y Anahid le reconocieron. Antuñano tenía antecedentes y fue detenido. A pesar de ello, había dudas sobre si él era realmente el asesino y si las dos mujeres se habían dejado llevar por el pánico.

El 3 de julio de 2003 un hombre, en aparente estado de embriaguez, acude a la Comisaría de Puertollano afirmando que él es el asesino que buscan. En un primer momento, y debido a que iba borracho, nadie le creyó, pero las pistas que aportó fueron suficientemente fiables. Todas las cartas que él había dejado, estaban marcadas con un punto azul. Un dato que no sabía nadie, ni los medios de comunicación, y del que solo eran conocedores los investigadores. Además, también explicó cómo estaban colocados los cuerpos en cada escena del crimen y cómo era el mobiliario de los lugares donde había asesinado a sus víctimas.

Al final, Alfredo Galán Sotillo fue condenado a 142 años y 3 meses de prisión por matar a seis personas e intentarlo con otras tres. El Tribunal acordó llevar al máximo la pena dado el desprecio hacia la vida humana que había manifestado Galán. Sin embargo, y de acuerdo a la legislación española, solo cumplirá 25 años. Los investigadores piensan que el objetivo principal de Galán con sus asesinatos era el de ser conocido, ya que durante sus años de instituto sintió que nunca había destacado.

El análisis psiquiátrico que realizó Juan José Carrasco Gómez a Galán una vez detenido explica que no tuvo ideas de arrepentimiento, según sus propias palabras, las víctimas "le daban igual". Además, afirmó que no tenía pensado entregarse y que lo realizó sin pensar, de forma rápida. 

El 2003, un año fatídico en la Comunidad de Madrid

El año 2003, coincidiendo con los crímenes de Galán, fue el año más sangriento y fatídico para la Comunidad de Madrid. Durante ese tiempo, los asesinatos y homicidios eran una constante, lo que creó una gran alarma social. Los vecinos se sentían inseguros, cundía el pánico. Cada tres días, se producía un homicidio. A 20 de marzo ya había 23 víctimas mortales, la mayoría de ellos debido a armas de fuego.

En una prisión de máxima seguridad

En la actualidad, Alfredo Galán se encuentra en la prisión de Herrera de La Mancha en Ciudad Real, donde Galán comparte módulo con otros presos como Carcaño, el pederasta de Ciudad Lineal o Tony Alexander King. Esta prisión es de máxima seguridad y acoge a los asesinos y violadores más peligrosos de las últimas décadas. 

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