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Chisako Kakehi: la asesina en serie que conocía a sus parejas por internet para matarlas y amasar una fortuna

Chisako Kakehi está condenada a muerte tras el asesinato de tres parejas y otro intento para quedarse con todos sus bienes.

Chisako Kakehi: la asesina en serie que conocía a sus parejas por internet para matarlas y amasar una fortuna

Redacción

09 Febrero 2022 18:04

"No tengo intención alguna de esconder la culpa. Hoy me reiré y mañana moriré si me condenan a muerte". Esas fueron las palabras que Chisako Kakehi pronunció en el juicio celebrado en 2017, en el que había reconocido el asesinato de su marido Isao Kakehi.

Pero no fue el único: la mujer llevaba asesinando desde 2007, cuando tenía 61 años. El Tribunal del Distrito de Kioto finalmente la condenó a la pena capital por haber acabado también con la vida de sus otras dos parejas: Masanori Honda (71) y Minoru Hioki (75), así como por el intento de asesinato de un conocido, Toshiako Suehiro (79), al que proporcionó cianuro y dejó con secuelas.

La sentencia describía su 'modus operandi', siempre repetido. Engañaba a sus parejas haciendo que tomaran cianuro bajo el pretexto de que se trataba de una bebida curativa. Posteriormente, heredaba sus bienes y aprovechaba las ganancias para pagar las deudas que atesoraba.

En todos los casos, Chisako Kakehi se encargaba de preparar todos los documentos notariales precisos para constar como la heredera de todas sus parejas, así como la beneficiaria de su seguro de vida. Cuando tenía todo amarrado, ejecutaba su macabro plan.

Con todo ello, fue arrestada en noviembre de 2014, acusada del asesinato de su cuarto marido, Isao Kakehi, que había muerto el año anterior. Este asesinato se produjo apenas un mes después de que ambos se hubieran casado.

Los fiscales describieron las acciones de la acusada como "atroces y raramente vistas". Además, sostuvieron que se encontraba en plenas facultades para responder ante los crímenes que se le atribuían, en contra del criterio de la defensa, que esgrimía un caso de demencia.

Su primer matrimonio llegó en 1969, cuando tenía 23 años. Duró 25, cuando su esposo falleció como consecuencia de una enfermedad en 1994. No fue hasta 2007 cuando empezaría su cruel plan, con una alta premeditación.

Chisako tomó la decisión, en 2007, de registrarse en un portal de citas de internet, en el que decía buscar a un marido rico, que tuviera una renta anual de diez millones de yenes (75.000 euros). Con este método llegó a conocer hasta a varios hombres que posteriormente se convertirían en sus parejas. De ellas heredó hasta una ingente fortuna. Y, mientras, continuaba buscando a otros hombres.

"Un crimen despiadado basado en una fuerte intención asesina planificada"

El medio nipón NHK describe cuál era su procedimiento en todos los casos: "Usaba una página de citas para familiarizarse con las víctimas, una tras otra, y las envenenó después de hacer que confiaran en ella". El fallo del juez señalaba: "Es un crimen despiadado basado en una fuerte intención asesina planificada".

Su primera víctima fue Toshiaki Suehiro, un hombre de 78 que fue el único que logró sobrevivir al intento de envenenamiento en 2007, aunque con secuelas: disfunción superior incurable y discapacidad visual. Falleció un año y medio después por una enfermedad no relacionada.

Chisako acudió con Suehiro a almorzar con sus hijos. Ella sabía que él tomaba suplementos para la salud, lo que le facilitó proporcionarle una cápsula de cianuro como una de sus píldoras. Menos de 15 minutos después del almuerzo, Suehiro cayó inconsciente en la calle. La ambulancia llegó rápido y se encontró al hombre jadeando y "a punto de dejar de respirar", según consta en el fallo judicial.

El hombre estuvo cerca de la muerte, según los médicos, pero finalmente sobrevivió. Mientras, Chisako acudió al hospital para acompañarle, pero proporcionó un pseudónimo, 'Hiraoka', cuando hablaba con el personal de la ambulancia.

Sus asesinatos consumados

Pocos años después, Chisako ya estaba buscando a su próxima víctima. Se trataba de Masanori Honda, un hombre que se encontraba en buena forma y al que sus médicos le habían asegurado que su diabetes había disminuido hasta un "estado leve".

Él se enamoró completamente de Chisako e incluso confesó a su entorno su intención de contraer matrimonio. Poco después, ambos comenzaron a vivir juntos y la relación parecía formalizarse completamente.

Sin embargo, pronto murió. El 9 de marzo de 2012, Masanori Honda perdió el conocimiento mientras conducía su motocicleta tras haberse reunido con su pareja. Fue trasladado a un hospital, pero los médicos no pudieron hacer nada por él: dos horas después, confirmaron su muerte. La sentencia destaca que Chisako había comenzado a contactar con otros hombres a través de aplicaciones de citas, en enero de 2012, antes de que se produjera el fallecimiento.

Tras Masanori, llegó Minoru Hioki. Tras haber superado un cáncer, este hombre de 75 años tenía intención de rehacer su vida y conocer a una nueva pareja. La relación pareció fructificar, tal y como consta en un correo que envió a Chisako en el que le afirmaba que quería "permanecer juntos para siempre".

Hioki, al igual que el segundo marido de la acusada, tomaba frecuentemente pastillas, por lo que ella aprovechó la circunstancia para darle una píldora de cianuro. Así sucedió cuando ambos acudieron a comer y él, de repente, perdió el conocimiento. El patrón se repitió: los médicos encontraron a Hioki "respirando dolorosamente y jadeando".

Chisako negó a los médicos que su pareja tuviera familiares con los que contactar en ese momento (tenía hijos) e incluso llegó a decir que padecía cáncer terminal. Finalmente, el hombre falleció por los efectos del veneno que había ingerido inconscientemente.

Ella salió impune de este crimen, nuevamente, y decidió impulsar sus planes. Solo dos meses después de esta muerte, Chisako se casó con otro hombre al que había conocido en secreto a través de internet. Se trataba de su siguiente objetivo: Isao Kakehi. Apenas un mes después de esa boda, también empezó a salir en secreto con otro hombre. Sus planes estaban claros: encadenar una relación con otra tras garantizarse el matrimonio e ir acumulando herencias.

La relación con Isao Kakehi duró poco tiempo. Tan solo unas semanas después de la boda, el hombre sufrió una parada cardiorrespiratorio tras cenar en casa con su nueva esposa. Llamó a la ambulancia, el hombre fue trasladado rápidamente al hospital, pero los médicos no pudieron hacer nada: él falleció por después.

La sombra de la sospecha

La frecuencia de las muertes y la relación de las víctimas con Chisako empezaron a despertar la sospecha de las autoridades. Las autopsias son poco frecuentes en Japón y solo se suelen realizar cuando existen sospechas de crímenes. Por este motivo, las muertes pasaron desapercibidas en un primer momento.

Pero lo ocurrido con Isao Kakehi fue distinto. Las dudas razonables de los investigadores impulsaron dicha autopsia, que reveló cantidades letales de iones de cianuro en su corazón, sangre y estómago, así como erosión en su estómago.

Días después, los agentes irrumpieron en la vivienda de la mujer, donde encontraron y cápsulas vacías, que llevaron a la Policía a sospechar que ella las había vaciado para volverlos a llenar con cianuro molido hasta convertirlo en polvo.

En agosto de 2014, encontraron la pista clave en el apartamento de Isao Kakehi. Enterrada en una maceta que su esposa había tirado, se encontraba una bolsa de plástico que contenía trazas de cianuro. El color de la bolsa y su estado sugerían que el cianuro llevaba enterrado varios meses. Los investigadores llegaron a la conclusión de que la mujer había obtenido la sustancia de la empresa para la que trabajaba.

Dos meses después de lo sucedido, la policía arrestó a Kakehi. Después de varios interrogatorios, finalmente confesó haber envenenado a Honda, Hioki y Suehiro con cápsulas de cianuro. La Policía cree también que estaba relacionada con el asesinato de otros cuatro hombres, además de los que fue encausada, pero los fiscales finalmente declinaron esa posibilidad por falta de pruebas.

Asesinatos por dinero

Chisako ejecutaba todos sus asesinatos por dinero. No existe otra conexión que una a sus cuatro víctimas, que vivían en diferentes ciudades, tenían trabajos sin relación y solo algo en común: un patrimonio considerable.

El primero de los envenenamientos fue motivado por una deuda: Kakehi debía a Suehiro 48 millones de euros (364.000 euros), según consta en el fallo. La mujer llegó a la conclusión de que "al matarlo, evitaría el reembolso", según la sentencia. Dos meses después de la muerte de Suehiro, en febrero de 2008, ella escribió una carta a los hijos de su víctima diciendo que había devuelto el dinero que debía usando "la herencia de otro hombre".

Sus hijos se mostraron sorprendidos por esta noticia, ya que no estaban al tanto de los préstamos de su padre y sabían poco sobre Chisako. Al intentar obtener más información, ella "simplemente se calló", dejándolos sin respuestas.

Cuando llegó la cuarta víctima, Chisako tenía amplios ahorros propios, siempre como consecuencia de las herencias que recibía de los hombres que mataba. El fallo señala que, llegado a este punto, la condenada estaba descaradamente "ignorando la vida humana por su propio deseo financiero".

Kakehi llegó a amasar unos ahorros superiores a los 16 millones de yenes (más de 120.000 euros) de Honda, su segundo marido, según la sentencia. No hay constancia del dinero que llegó a acumular con el resto de sus víctimas. Sin embargo, Asahi News estimó que ganó alrededor de 500 millones de yenes (alrededor de 3,8 millones de euros) entre las herencias directas, objetos de valor y otros activos de sus parejas.

Chisako Kakehi fue condenada a muerte en 2017, pero su defensa recurrió la sentencia. Algo que, finalmente, no ha evitado que el Supremo nipón haya confirmado la pena de muerte en junio de 2021 por unanimidad. "Cometió crímenes similares cuatro veces en unos seis años, ignorando flagrantemente vidas humanas", sostuvo la jueza Yuko Miyakazi. Apodada por los medios locales como 'la viuda negra', ahora espera que finalmente se ejecute la pena.

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