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Casado no apoya abiertamente a Ayuso para presidir el PP de Madrid y mete a Almeida en la pugna contra ella

El PP vive una afrenta por el liderazgo del PP de Madrid, una formación que lleva dirigida por una gestora desde la dimisión de Cristina Cifuentes.

Casado no apoya abiertamente a Ayuso para presidir el PP de Madrid y mete a Almeida en la pugna contra ella

Tambores de guerra en el PP de Madrid. A pesar de que todavía quedan meses para que se decida el liderazgo de la formación regional, que lleva desde 2018 gobernada por una gestora desde la dimisión de Cristina Cifuentes hay un nombre que entra ya en todas las quinielas para ostentar el cargo: Isabel Díaz Ayuso.

La propia presidenta madrileña fue quien se adelantó a todo el aparato de su partido para anunciar públicamente su intención de presentarse a una de las agrupaciones con mayor número de afiliados y poder dentro de la estructura orgánica del partido a nivel nacional. Además, permite elaborar las listas autonómicas y municipales dentro de dos años, así como comprar voluntades dentro de una formación.

Con el tiempo pasado, Pablo Casado no ha decidido apoyarla públicamente y ha sido ayer, martes 7 de septiembre, cuando el líder del PP ha metido al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en las quinielas, pese a que todavía no ha confirmado su intención de presentarse.

"En la sala hay dos militantes muy cualificados que saben que van a tener mucho peso", ha respondido Pablo Casado, preguntado sobre a quién de los dos candidatos apoyaría como posibles presidente del Partido Popular de Madrid.

Sin apoyo a Ayuso, con menciones continuas a Almeida a pesar de que no se ha presentado

El partido lleva dirigido por una gestora desde 2018
El partido lleva dirigido por una gestora desde 2018 Partido Popular

Llama la atención la doble vara con la que actúa Pablo Casado cuando un periodista le pregunta por la figura de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida a cuenta de las primarias que enfrenta el partido. Porque las trayectorias son distintas, pero las respuestas del líder nacional del PP dejan entrever, al menos, sus preferencias.

Ayuso fue la primera en postularse, por su cuenta y sin informar a ningún superior en el organigrama del partido. Se supone que se encuentra en su punto más fuerte, después de ganar las elecciones regionales superando en escaños toda la izquierda junta. Sin embargo, las respuestas de Casado son frías: "No toca hablar de ello", "Nunca he opinado de los procesos internos y hay un calendario" o "tendrán que ser los militantes los que decidan y en la sala hay dos militantes muy cualificados que saben que van a tener mucho peso".

No hay ninguna palabra de apoyo explícito a Ayuso, ni siquiera velada. De hecho, Casado aprovecha los resquicios para introducir como candidatos a una figura de peso como Almeida, que no se ha confirmado hasta la fecha. El alcalde de Madrid es, actualmente, la única persona capaz de hacer frente a Ayuso en unas primarias para lograr la bicefalia que busca Génova sin la condescendencia de Ayuso.

La idea de García Egea y Casado era situar en ese puesto a Ana Camins, veterana diputada en la Asamblea de Madrid, pero con poca proyección mediática. Quienes consideran mejor la bicefalia (Ayuso centrada en la Comunidad y otra persona en el partido exclusivamente) defienden que la actual líder autonómica todavía no tiene el talante suficiente para liderar una organización política, aglutinar diferentes sensibilidades y hacerse cargo de los problemas diarios. También surge el eterno recelo de la acumulación de poder y la proyección mediática que brinda un gobierno como el madrileño: Gallardón, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes tuvieron interés, de una u otra manera, en suceder o disputar los liderazgos a los presidentes nacionales del PP de turno.

Sea como fuere, el calendario fija los congresos en el primer semestre de 2022. No se quieren dilatar demasiado los procesos para no abrir guerras internas que duren demasiado tiempo y que puedan desangrar al partido. En todo caso, se tiene en cuenta el temor a que estos procesos se acerquen demasiado a la precampaña de 2024, momento en el que las divisiones internas, sobre todo entre la candidatura autonómica y municipal, puedan terminar pasando factura.

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