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La huída hacia adelante del PP en Cataluña: qué implica que Casado reniegue del papel de Rajoy el 1-0

El líder del PP asegura que no compareció el 1-O, cuando era portavoz del partido, porque no compartía lo que estaba presenciando.

La huída hacia adelante del PP en Cataluña: qué implica que Casado reniegue del papel de Rajoy el 1-0

El Partido Popular enfrenta un serio problema en Cataluña. Las elecciones del 14 de febrero ponen incluso en duda su futuro, ante la posibilidad de sufrir un 'sorpasso' por parte de VOX y quedar en la auténtica irrelevancia en la región.

El último gesto de Pablo Casado en RAC1, territorio en teoría hostil para el líder del PP, donde se ha desmarcado de la actuación del Gobierno de Mariano Rajoy el 1 de Octubre (cuando antes se jactaba de haber parado un golpe de estado en la región), parece un intento a la desesperada por llevarse un voto catalanista conservador, incluso al PDeCAT más moderado que, a la postre, está defendiendo las mismas medidas económicas y en la salida de la pandemia que Isabel Díaz Ayuso y que con el actual panorama deja de lado las cuestiones territoriales.

Así lo ha expuesto de manera velada, de hecho, su candidata Ángels Chacón durante los sucesivos debates electorales. Del entorno del PDeCAT hay alabanzas para Madrid personalidades como Santi Vila y miembros de la antigua Convergencia; y quizás el PP ha querido arañar en este terreno.

Tras una estrategia de varios años de beligerancia contra el nacionalismo con Cayetana Álvarez de Toledo como candidata; la actitud aparentemente conciliadora de Alejandro Fernández supone un soplo de aire fresco para el PP catalán. Sin embargo, el desmarque de Casado revuelve la vida interna del PP.

Entrevistado en RAC1 por Jordi Basté, el líder nacional del PP aseguró que el 1-O se negó a comparecer aquella jornada pese a que entonces ejercía como portavoz del partido. Un gesto con el que, en teoría, mostraba su desaprobación con lo que estaba sucediendo en ese momento en la región y que estaba ejecutando el Gobierno de Mariano Rajoy y, también, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

El periodista le preguntó el motivo por el que no compareció y Casado no dudó en explicar: "Porque mi posición respecto a lo que estaba pasando y a lo que tiene que pasar en Cataluña es pública y conocida y es lo que me llevó a presentarme a presidir el PP. Yo decidí no salir a explicar lo que estaba pasando, porque no estaba de acuerdo con los que estaban diciendo que se estaba votando en unas elecciones homologares, porque eso no eran unas elecciones homologares, ni estaba de acuerdo con los que decían que allí no se estaba votando, porque lo que se estaba viendo en la televisión era algo que en mi opinión se tenía que haber evitado".

El entrevistador, en ese momento, fue claro: "¿Por tanto no le gustaron esas imágenes de cargas policiales?". Y a ello, Casado responde: "Bueno, yo lo que tengo que decir es que eso se tenía que haber evitado", señaló el líder del PP.

El giro de Pablo Casado ayuda, y mucho, a desinflamar la situación en Cataluña, puesto que rompe nuevamente con la polarización y la política de bloques en la que se ha visto sumida la región durante la última década de procés. También, rompe con la foto de Colón en la que sumió a su partido tras su llegada al liderazgo del PP y un proceso de derechización con el que rompe, sobre todo, tras el divorcio vivido con VOX tras la fallida moción de censura a Pedro Sánchez.

Al borde de la representación parlamentaria

Sin embargo, la situación interna es compleja. El PP catalán se ve al borde de la representación parlamentaria, aunque bien es cierto que la formación afronta estos comicios en plena oleada de escándalos relacionados con Bárcenas que pueden manchar la imagen, incluso, del expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

A ello se puede agarrar Casado para evitar un golpe interno que le pida responsabilidades internas y busque cohesionar el partido, sobre todo cuando la antigua cúpula ahora se revuelve porque han renegado de su papel y, de hecho, le acusa de tergiversar su papel durante el 1 de octubre por completo.

Mientras esto sucede, Pablo Casado mira de reojo a Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso sigue creciendo demasiado en popularidad dentro de su electorado, polarizando con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; trabajando las agrupaciones territoriales; ocupando minutos, gestionando una Administración que le da titulares y buscando cómo liderar la formación en la Comunidad de Madrid; lo que da gran poder territorial. Otro quebradero de cabeza para uno de los presidentes del PP con un liderazgo débil.

Aunque Mariano Rajoy, hay que conceder, tampoco contaba con un liderazgo sólido en el año 2008. Y temía mucho a Madrid. Poco después, la situación fue idónea para consolidarse durante una década en el poder dentro de la formación conservadora.

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