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Ciencia

El laboratorio de Wuhan creó ocho virus similares al SARS-CoV-2 antes de 2019

El centro creó dos patógenos altamente contagiosos para el ser humano y mencionan a Shi Zhengli, experta en coronavirus de murciélago en Wuhan.

El laboratorio de Wuhan creó ocho virus similares al SARS-CoV-2 antes de 2019

Redacción

24 Enero 2022 12:49

El origen de la pandemia del coronavirus ha sido uno de los objetivos más perseguidos por la Organización Mundial de la Salud, que incluso ha enviado a varios delegados a analizar la aparición del SARS-CoV-2 en el epicentro de la crisis sanitaria, la ciudad china de Wuhan.

Sin embargo, la opacidad del régimen de Pekín ha sido un grave problema a la hora de encontrar respuestas. Hay dudas sobre si saltó accidentalmente a los humanos desde un animal (murciélagos), si fue un escape involuntario desde el laboratorio situado en la mencionada localidad o, como sostiene el gobierno chino, que no tiene origen en el país y llegó mediante la importación de carne congelada.

La falta de información ha alimentado todo tipo de teorías que, sin embargo, se llenan de datos que saltan a la luz con el paso de los meses. Sobre todo, después de tener conocimiento de que en el laboratorio situado en Wuhan se llegaron a crear ocho virus similares al actual coronavirus, al menos dos de ellos muy infecciosos para el ser humano, como desvela el diario ABC.

Shi Zhengli

Shi Zhengli,  investigadora experta en coronavirus de murciélago en el Instituto de Virología de Wuhan
Shi Zhengli, investigadora experta en coronavirus de murciélago en el Instituto de Virología de Wuhan Captura

Las peticiones que piden investigar el origen de la pandemia tienen como punto determinante una carta abierta remitida a la revista Science en la que aparece, entre otros firmantes, Ralph Baric, reconocido investigador de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

Baric es conocido, entre otros aspectos, por su trabajo con Shi Zhengli, experta en coronavirus de murciélago del Instituto de Virología de Wuhan. En 2015, ambos publicaron un estudio sobre la técnica de 'genética inversa', mediante la cual ambos investigadores habían dado vida a un virus de nueva creación a través de su ADN, que posteriormente fue manipulado para crear un coronavirus artificial.

Este nuevo patógeno fue creado utilizando la 'espina dorsal' del virus SARS y la proteína espiga de otro coronavirus de murciélago muy parecido, llamado SHC014. Las pruebas de laboratorio con células humanas mostraron que este Coronavirus artificial tenía gran capacidad de infección entre seres humanos.

El estudio se centraba en la amenaza de los coronavirus para el ser humano, con el objetivo de encontrar nuevos tratamientos o vacunas. Sin embargo, causó gran polémica en la comunidad científica por el peligro de crear nuevas amenazas líricas en un laboratorio, algo que previamente no existía de forma natural.

Además, dicha advertencia ponía el foco en la posibilidad de que estos virus pudieran escapar del control de laboratorio, a pesar de que el estudio se había realizado en un laboratorio con seguridad BSL-3, el segundo más seguro para la contención de virus.

Ocho coronavirus artificiales

Después de publicar el citado estudio con Ralph Baric, la doctora Shi Zhengli siguió realizando el mismo tipo de experimentos con la técnica de genética inversa en el Instituto de Virología de Wuhan, en un laboratorio de BSL-2, con un grado de seguridad inferior al anterior.

En este caso, la doctora Shu Zhengli trabajó junto al zoólogo británico Peter Daszak, con el objetivo de recolectar y almacenar la mayor variedad de coronavirus de murciélago, que son muy abuntantes en el sureste de China y los países vecinos.

Ambos, como ellos mismos han confirmado en los resultados de sus estudios, llegaron a crear ocho clones del virus WIV1, al que añadieron las espigas de nuevos coronavirus hallados en cuevas de murciélagos. En sus conclusiones, mencionaban que, al menos dos de estos nuevos patógenos "se reprodujeron muy bien en células humanas". El virus WIV 1 es uno de los parientes más cercanos del SARS-CoV-1, que causó una pandemia entre 2002 y 2003 con más de 8.000 contagiados.

El nivel de seguridad del laboratorio, BSL-2, generó grandes reticencias entre muchos virólogos, ya que no consideraban que fuera adecuado para el tratamiento de este tipo de patógenos, al considerarlo "similar a la de la consulta de un dentista", en palabras del director de Laboratorio del Instituto Waksman de Microbiología, Richard Ebright.

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