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Los robots sexuales: un problema ético

Los robots sexuales podrían plantear problemas éticos y biológicos en un futuro no tan lejano como se podría pensar.

Los robots sexuales ya son una realidad: por un módico precio (entre 7.000 y 14.000 euros) puedes adquirir tu muñeca sexual robotizada y personalizada en empresas como  Abys Creation, que tiene los robots sexuales más realistas del mercado: piel sintética, ojos brillantes y anatomía perfecta.

Al más puro estilo de la película 'Her', los humanos podrían enamorarse no solo de un sistema de inteligencia artificial, sino de uno implantado en un robot idéntico a un ser humano. Ya hay robots que reaccionan en función de estímulos exteriores: dónde les toques, cómo les hables, si quieres que sean sumisos o dominantes...

Los robots sexuales cada vez son más realistas
"Los robots sexuales cada vez son más realistas"

Según expertos como David Levy (autor del libro 'Love and sex with robots') y Michelle Mars (autora de 'Robots, men and sex tourism') el sexo con robots será considerado como algo normal de aquí a 2050. Y según Pew Research están en lo cierto: "Los compañeros robóticos para el sexo se convertirán en algo común aunque esto provoque asco y división de opiniones, la forma en la que hoy se critican los selfies es un indicador de todo lo que está mal en este mundo".

Los robots son cada vez más y más reales, con inteligencia artificial incluida. Tanto es así, que algunos expertos creen que plantean un problema: podrían suponer que los seres humanos ya no se molestaran en tener sexo con otros seres humanos. Oliver Bendel, experto en robots sexuales, planteó la posibilidad de que los sistemas de inteligencia artificial y autoaprendizaje que llevan instalados los robots (como Siri) podrían llevar a las máquinas a seducir a los humanos

¿Robots con derechos?

¿Seremos capaces de enamorarnos de un robot?
"¿Seremos capaces de enamorarnos de un robot?"

También se plantean problemas existenciales. Seguro que muchas personas no verán a la máquina como un simple consolador para satisfacer sus deseos sexuales, sino como un compañero y amigo. Entonces, ¿será legal casarse con un robot?

También habría que plantearse cuestiones éticas en relación al robot. Si es tan parecido a un ser humano, quizá tendría que tener derechos: a lo mejor no quiere estar teniendo sexo todo el día. O no debería ser obligado a cumplir algunas fantasías consideradas perversas. ¿Qué pasa si un pederasta quiere satisfacer sus fantasías? Habría que ver si es éticamente correcto crear un robot idéntico a un niño: ¿es alimentar una fantasía enferma, o es la solución a que el pederasta no la lleve a cabo con un niño de verdad?

Todas estas preguntas no tienen respuesta. Por ahora. Pero todo indica a que el sexo robótico es una realidad mucho más cercana de lo que creemos.

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