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El pasado nazi de la abuela de Felipe VI

Ingresó en las Juventudes Hitlerianas en los años 30, antes de conocer al rey de Grecia.

Tener un árbol genealógico tan amplio conlleva muchos secretos familiares y momentos oscuros, y si no que se lo digan a la Familia Real. Son ampliamente conocidos los turbios asuntos que rodean a la Familia Borbón (y todo lo que quedará por descubrir), pero de la reina Sofía y los suyos poco sabemos, aparte del poco cariño del pueblo heleno a Constantino II de Grecia por apoyar el golpe militar en 1967, que terminó años después con un referendum popular en el que la República obtuvo prácticamente el 70% de los votos.

Las tendencias filofascistas de Constantino vienen heredadas, en este caso, de su madre Federica, abuela de nuestro Felipe VI, que tuvo durante los años 30 un bonito romance con el nazismo. Analizamos el recorrido de Federica en esa convulsa década.

Federica (centro) con su hijo Constantino en un acto oficial
"Federica (centro) con su hijo Constantino en un acto oficial"

Un matrimonio que pudo cambiar la historia

Federica de Hannover nació en 1917, así que llegó a tiempo para ver la destrucción del Imperio Alemán. Nieta del emperador Guillermo II y bisnieta de Federico III, no solo tenía sangre alemana en sus venas, puesto que también era descendiente del rey Jorge III de Gran Bretaña, y ocupaba el trigesimocuarto puesto para optar a la corona británica.

Con ese historial familiar, Federica era un caramelito para posibles alianzas y pactos. Ya en 1934, con Hitler en el poder, el líder nazi ofreció a los padres de Federica el compromiso de su hija con el Príncipe de Gales, el polémico Eduardo VIII. El problema es que Eduardo ya había sido ofrecido a su madre, Victoria Luisa de Prusia, bastantes años antes. De hecho, el Príncipe de Gales tenía 22 primaveras cuando nació Federica. 

Eduardo VIII renunció a la corona para contraer matrimonio con Wallis Simpson
"Eduardo VIII renunció a la corona para contraer matrimonio con Wallis Simpson"

La diferencia de edad, la mala prensa de Eduardo como mujeriego, y los recelos que despertaba en Victoria Luisa de Prusia provocaron que nunca se llevara a cabo este matrimonio. Una unión a la que aspiraba Hitler, siempre proclive a lograr unas buenas relaciones con Reino Unido, como ya anunciaba diez años antes en el 'Mein Kampf'.

Eduardo subió al trono en 1936, aunque abdicó poco después. Las leyes británicas impedían a un monarca contraer matrimonio con una mujer que hubiera estado casada, como sucedía con Wallis Simpson, pareja de Eduardo. El rey decidió renunciar a la corona por ella. 

Más allá de la romántica historia de amor, Eduardo ocupaba buena parte de los titulares británicos de la época por su amistad con la Alemania nazi. De hecho, acudió a visitar a Hitler en 1937, efectuando el saludo fascista en el encuentro. El líder del nacional-socialismo siempre lamentó no haber logrado su objetivo de casarle con Federica. Hubiera tenido el apoyo del monarca británico en Europa, y el destino de la II Guerra Mundial podría haber sido muy diferente

De las Juventudes Hitlerianas a Pablo I de Grecia

Que los padres de Federica rechazaran la propuesta de Hitler no significa que no mostraran simpatías hacia el Tercer Reich. De hecho, inscribieron a su hija en la versión femenina de las Juventudes Hitlerianas, denominada Liga de Muchachas Alemanas, donde enseñaban a las jóvenes a, básicamente, ejercer correctamente el rol de la mujer de la época. 

La Liga de Muchachas Alemanas se creó en 1930
"La Liga de Muchachas Alemanas se creó en 1930"

Federica decía en sus memorias que su padre se vio forzado a incluirla por las leyes alemanas, aunque la realidad es que la Liga de Muchachas Alemanas solo fue obligatoria a partir de 1936.

Mentiras piadosas aparte, nuestra protagonista pertenecía a las Juventudes cuando conoció a su primo segundo Pablo, descendiente al trono griego. En las calles alemanas se enamoraron, y en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 el futuro Pablo I de Grecia le pediría matrimonio. Dejó todo atrás y se marchó con su prometido al país heleno.

El destino volvería a cruzarle con el nazismo en 1941, cuando Hitler ayudó a Mussolini con la invasión de la isla del Mediterráneo, enviando al exilio durante cinco años a Pablo, Federica y al resto de la Familia Real Griega.

Al regresar a Grecia, Federica dio a luz a Irene, Constantino y Sofía, que se casó con un tal Juan Carlos de Borbón. El resto, ya lo conocen.

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