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Política

Múnich levanta un muro más alto que el de Berlín para separar a los refugiados

La semana en la que se cumplen 27años de la caída del muro de Berlín, otra ciudad alemana levanta otro más alto alegando razones de "contaminación acústica".

Hace 27 años caía el Muro de Berlín, símbolo de la Guerra Fría, convirtiéndose a partir de entonces en un emblema de libertad. El 9 de noviembre de 1989 se convirtió en fecha de reconciliación pero ahora, casi tres décadas después, vuelve la división, esta vez en Múnich.

Ante la construcción de un albergue de menores refugiados, vecinos del distrito de Neuperlach han conseguido que se levante un muro más alto que el de Berlín, de cuatro metros de altura por cien de longitud. ¿La excusa? Razones de contaminación acústica. La construcción de esta barrera, como es lógico, ha despertado todo tipo de debates tanto en los vecinos como en las redes sociales y los medios de comunicación dividiendo así a la opinición pública. 

Se cumple así el compriso alcanzado este verano por un tribunal entre la administración local y siete vecinos de este distrito del sureste de Múnich de 55.000 habitantes, después de dos años de disputas legales. Cuando en 2014 se dio a conocer la ubicación del albergue, este grupo de vecinos presentó una demanda ante un tribunal administrativo contra la concesión del permiso de construcción alegando que los menores harían mucho ruido y no les dejarían descansar. 

Símbolo de exclusión

A partir de la próxima primavera, el albergue acogerá a 160 menores pero el muro ya está prácticamente acabado. El político local independiente Guido Bucholtz ha mostrado el resultado a través de un vídeo señalando que se trata de un "un símbolo de exclusión". Denuncia, ademas, que los vecinos no solo exigieron altura, sino que reclamaron que fuera construido de tal forma que fuera imposible escalarlo, por lo que se ha construido gran pared de gaviones, es decir, piedras con una malla de metal.

"160 personas harán un ruido considerable y nosotros queremos poder continuar viviendo aquí con tranquilidad", ha declarado Stephan Reich, de 59 años, uno de los demandantes, al diario Bild. Señaló que no tiene "nada en contra" ya que entiende que "en algún tienen que albergar a esta gente". Para evitar las acusaciones de xonofobia, aseguró que "si se hubiera tratado de un polideportivo también habría recurrido".

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