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1986-2016: El abandono y la naturaleza nuclear toman Chernóbil 30 años después

Han pasado 30 años desde el peor desastre nuclear de la historia de la humanidad y todo ha cambiado para que todo siga igual. Así es la zona de alineación de Chernobyl ahora.

26 de abril de 1986. Algo sucede en la central nuclear Vladimir Ilich Lenin, a 3 kilómetros de la ciudad de Prypiat. Algo que quizá sea el mayor desastre medioambiental de toda la historia. Un simulacro de corte eléctrico provoca un aumento súbito en la potencia del reactor cuatro. El núcleo se sobrecalienta, se produce una explosión de hidrógeno acumulado. 

400 veces más fuerte que la bomba atómica que arrasó Hiroshima en 1945: el cóctel de dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de euripio, erbio, circonio y otros elementos tóxicos y radioactivos provoca 2 muertos en la detonación y 29 en los tres meses siguientes. Entre la confusión y la incertidumbre, el gobierno de la Unión Soviética decide reubicar a 116.000 personas. Lo que parece un desastre local pronto hace sonar la alarma en Europa central: al menos 13 países detectan radioactividad cerca de sus fronteras con Ucrania.

Durante los días siguientes, los habitantes de Prypiat así como los de poblaciones a 30 km alrededor de la central nuclear de Chernobyl tienen que decir adiós a sus casas, dejar sus cosas, y ser trasladados a una ciudad levantada a contratiempo: Slavutych. 30 años después de aquella fatídica madrugada de 1986 saben que nunca más van a volver a casa.  

Chernobyl: radiactividad, vida y muerte 

Año 2016. Chernobyl resiste en la calma de una ciudad abandonada. Los edificios observan cómo nacen nuevas formas de vida y cómo la naturaleza se abre paso en una reconquista de la tierra. Algunos saqueadores se han adentrado en las casas para vender lo que hay dentro en el mercado negro, a pesar de ser objetos peligrosos y altamente contaminados durante décadas por la atmósfera de Pripyat y la zona de alineación. Actualmente, la zona sigue sin ser habitable pero el riesgo de radiación es mucho menor, proporcionalmente al tiempo al que se esté expuesto. Durante el periodo más fuerte de radiación se estima que 40.000 de las personas expuestas murieron por causas directas a la radiación, 70.000 padecen algún tipo de discapacidad y el 20% acabó suicidándose.

Hoy en día Pripyat es una ciudad escondida en un paraíso natural radiactivo. Los cuervos, osos, lobos, ciervos, caballos y más animales salvajes han vuelto a los bosques de alrededor gracias al abandono del ser humano. Estos animales radiactivos se han reproducido y su número ha crecido exponencialmente. Su radioactividad también se ha hecho más fuerte.

Aunque el número de animales ha crecido, el número de especies ha disminuido considerablemente, resistiendo tan solo las que han sabido adaptarse. En este reportaje de The New York Times el biólogo Timothy Mousseau explica cómo los pájaros e insectos supervivientes desarrollan más manchas o cómo las arañas tejen su tela de forma errática.

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